lunes, 30 de enero de 2012

Debate: La preparación del escritor... ¿Escribes o trabajas?

Bueno, me ha dado por hacer artículos. Puedes pasar olimpicamente y no leerlo, porque en esta ocasión, voy a arremeter contra mis colegas. Aunque voy a ser bueno.

Leo, siempre leo. Es un vicio. Cuando a mi hijo pequeño le preguntan si su padre es escritor, él responde que no, que solo lee. Eso es porque el pobre me ve siempre enganchado al ordenador, o con un libro entre las manos.

Acabo de intervenir en un debate donde se preguntaba si un escritor debe leer, y las respuestas han sido variadas. Pues sí, queridos colegas. Un escritor tiene que leer, leer y leer. ¿Cómo si no vamos a aprender los diferentes estilos, acotaciones, presentación de escenarios, personajes, tramas y un largo etc.? ¿eh?  En una ocasión leí, hace tiempo, que un escritor debe leer un mínimo de 50 obras al año. Reconozco que nunca he llegado a esa cantidad. Mis lecturas anuales suelen oscilar entre 25 o 30, que luego reseño y cuelgo en mi blog. Así que queridos colegas, hacedme caso. Leed, leed, malditos.

Cuando empecé a escribir, no tenía pajotera idea de nada (no es que ahora la tenga, pero algo he madurado) Mis primeras novelas las escribía en dos o tres meses. Algo relámpago. No cuidaba el vocabulario, las descripciones, los narradores, los personajes,... vamos, que me lo tomaba como un pasatiempo sin más pretensiones.

Pero pese a que muchos sostengan, y yo no replico, que un escritor nace y no se hace, tenemos que considerar que lo que si se puede lograr, es aprender y mejorar. Y a eso voy.

Cuando superé mi primera época en la que todo era lícito y escribía por pasar el rato y contar historias, poco a poco, me fui metiendo en las obras. Deciros que tengo por ahí siete u ocho novelas colgadas en diferentes web que yo califico de mi primera etapa. Nunca he deseado publicarlas en papel ni en sistema digital alguno. No porque me averguence, si no porque no corresponden a ninguna exigencia personal y menos literaria.

Fue un día cualquiera que decidí, debido al éxito relativo de mis "novelas2, aprender y aprender y hacer algo más serio y riguroso. Estuve cerca de tres años haciendo cursos, o cursillos, como queráis. Desde construcción de personajes. Descripciones interior / exterior. Crítica literaria, Lector, corrector, narrativa, diálogos, y un largo etc. Sí, creo que fueron tres años donde me empapé de todo lo que me ponían por delante, y creedme, fue muy, muy útil.

Cuando acabé de empaparme, es cuando me dí cuenta de que las cosas no tenían que ir tan rápidas. Que había que leer. Trabajar los escenarios. Construir personajes cuidando su sicología, su sociología, su físico. Ser exigente y riguroso con uno mismo. Estudiar y estudiar aunque la obra fuera del género fantástico. Así que, hice una prueba. Me puse a investigar sobre un tema que me gustaba "Las profecías Mayas". Estuve rebuscando información, leyendo y aprendiendo. Leyendo a otros autores, hasta que me empapé del tema y extraje mis propias conclusiones. A partir de dedicar seis meses al estudio, es cuando empecé a idear la obra. A construir personajes, los escenarios (ni qué decir tiene que durante la construcción, seguí estudiando el tema y aprendiendo sin cesar) Si mis personajes viajaban a Paris, tenía que conocer Paris, sus calles, metro, autobuses, edificios, parques. No podía crear un escenario sin conocerlo, era absurdo establecer la trama en un lugar que desconocía (aunque ya lo había visitado). 

Para los personajes, me fijé ne personas reales. Sus tic, sus manías, expresiones, dejes,... y sobre todo, lo que más me gusta trabajar, su perfil sicológico. Agresivo, pasivo, maniático, repulsivo, héroe, villano,...

La trama, bueno, la trama ya es cosa de la creatividad de cada uno respetando lo aprendido durante el estudio del tema que deseas desarrollar y tomándote las licencias literarias que desees. Si antes, perdía dos meses escribiendo una obra, ahora, dedico más de dos años. Me rodeo de lectores que me ayudan y me orientan. Yo naturalmente, escucho y luego tomo lo bueno de cada uno, que generalmente, y ahí mi sorpresa, coinciden. Así que cuando dos coinciden en algo, ¿por qué no hacerles caso? Ya, posiblemente eso significa reconstruir la obra, pero colegas, es que debemos trabajar de una forma profesional y cuando en tu trabajo algo está mal, sencillamente lo rectificas y punto. No seamos vagos. Mis novelas las rectifico tres, cuatro o cinco veces, y ganan, ganan y ganan, os lo aseguro. Porque ellos no mienten y te guían y tú solo tienes que seguir esas indicaciones que te hacen recapacitar y decirte a ti mismo, tengo que conseguirlo, tengo que conseguir que les enganche, !joder!.

Luego, naturalmente, tienes que llegar a aburrirte con ella. Dedicarle tiempo, dejarla descansar dos tres o cuatro meses, revisarla cuatro cinco o seis veces. Cambiar el tipo de letra para hacer más visibles los errores. En definitiva, ponerle el alma. Porque los lectores, no son tontos y aprecian un buen trabajo de investigación, una prosa y vocabularios ricos y cuidados y unos personajes reales y creíbles. Les guata pasearse por los escenarios. Pero no pequemos de exceso en las descripciones, no, error. Tenemos que dejar que la imaginación del lector sea cómplice. Si matamos su imaginación, seremos aburridos. Si a eso le añades un buen tema y que de tu creatividad surge una buena trama. Tienes lectores asegurados.

Bien, creo que he sido bueno. Mi consejo: Es posible que el escritor nazca, pero estoy convencido que si pone empeño, lee y estudia, puede mejorar, y cuando digo mejorar, es que puede darle la vuelta y comprender, que aunque nazca para contar historias, tiene que aprender y saber contarlas.

Así que, pregúntate: ¿Escribes, o trabajas?

3 comentarios:

  1. Eres un creído, escribes pésimo. Y sí, para tu dolor, los escritores nacen, no se hacen, y en esta sentencia se evidencia la magia que pueden reflejar en sus líneas, sean las que sean, y eso compañero, eso, no se ve ni en una minúscula palabra de su verborreíco discurso.

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  2. La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

    Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.

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  3. Anomino=inexistente. Amando, ni caso. Un señor critica con su nombre por delante. Lo demás es humo.

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