“Bajo el mismo cielo y diferente
estrella”
Gastón Morata
La historia de Granada no se ciñe
solamente al reino nazarí. Gaston Morata lo demuestra en su quinta novela, “Bajo
el mismo cielo y diferente estrella”, una obra que, si bien su disparo de
salida coincide con las postrimerías del emirato de Granada, extiende su brazo
varias décadas más allá de la toma de la ciudad. Con cerca de quinientas
páginas estructuradas en un preludio, tres partes perfectamente diferenciadas
entre sí y un epílogo, comienza el desarrollo de la trama cuando Pedro Ramiro
de Alba, prior del monasterio de san Jerónimo, pide a la emperatriz Isabel de
Portugal (esposa de Carlos V) que escuche la historia de un hombre acogido a
sagrado, Khaled ben Majid, conocido por su nombre cristiano de Fernando
Alijarte, criado de Ibrahim Comixa, con objeto de lograr su libertad como
condenado a galeras.
Es
de justicia dar comienzo a esta reseña diciendo que nos encontramos ante una
obra de indudable valor histórico, social e incluso civil. Al contrario que en
sus anteriores libros, “El perfume de Bergamota”, “La muladí”, “La chanfaina” o
“Quimeras de plomo”, la que nos ocupa no estaría clasificada, a mi entender, como
novela histórica, sino que se encuadraría dentro del subgénero dentro de la historia
novelada, donde prácticamente no existe la ficción, sino que el autor se limita
más bien a la historia.
En la primera parte cuenta los
últimos años del reino nazarí. Iniciada con una detallada descripción del
monasterio de san Jerónimo (de su capilla mayor, entre otros muchos lugares del
edificio), cuenta las aventuras y desventuras de Boabdil, de su padre, Muley
Hacén, de su tío El Zagal y de mil y un personajes que iluminan con luz propia
cada capítulo del libro, hasta que los Reyes Católicos consiguen hacerse con el
último bastión musulmán de la península con la firma de las capitulaciones de
Santa Fé. Despechado por su padre, que lo considera culpable de la muerte de su
esposa en el parto que lo alumbró, Fernando Alijarte entra al servicio de la
familia Abén Comixa, concretamente de Ibrahim, un hombre tirano que no le deja
la más mínima libertad de movimiento a lo largo de toda la novela, un ser que
solo persigue, como Gastón Morata se encarga de dejar patente, el dinero, la
fama y el poder. En esta primera parte se narra, entre otras muchas aventuras,
cómo Isabel de Solís seduce a Muley Hacén, un rey bravucón que se niega a pagar
el vasallaje estipulado a los soberanos cristianos, y cómo se convierte en su
segunda esposa, cambiando su nombre por el de Zoraya (una mujer que, tras su
conversión al islam, se presenta unas veces como amiga y otras como rival de
Aisha, primera esposa del emir de Granada). Se cuenta también parte de la
guerra civil de Granada, la toma de Zahara por Muley Hacén y el conflicto con Castilla
y Aragón; la confabulación de Aisha con los Abencerrajes y el golpe que prepara
para entronizar a su hijo, Boabdil; la entrada en guerra con su esposo y su
cuñado, El Zagal, y las conquistas de Málaga, Baza y Almería, a las que siguen
las de Almuñécar y Salobreña. Dentro de tanta guerra y disputa palaciega
destaca por su emotividad el capítulo dedicado a la toma de Granada, en el que
el autor derrama toneladas de documentación.
La segunda parte se centra en la Granada mudéjar. En ella narra la forma de vida que llevaron los musulmanes que se quedaron en la ciudad tras la llegada de los Reyes Católicos. Entre otros muchos, llaman la atención los pasajes en los que narra la formación recibida por Ibrahim Comixa y su criado, Fernando Alijarte (llamado así por haber nacido en los Alixares, la casa de sus señores), para su oportuna conversión al cristianismo. En ellos describe con una maestría fuera de lo común la ceremonia de dicha conversión. Es importante dejar claro que en la mayor parte de la literatura dedicada a esta época se suele dar de lado la figura de Boabdil tras la toma de Granada. Muy al contrario, en esta obra cobra gran importancia a partir del dos de enero de 1492.
En
la tercera y última parte cuenta el modo de vida de los que empezaron a
conocerse con el nombre despectivo de moriscos, es decir, los musulmanes no
expulsados que, tras la obligada conversión, siguieron practicando la religión
“verdadera” en la clandestinidad. Hay que decir, en beneficio de la novela, que
el autor consigue sin esfuerzo aparente que en cada una de las partes de la
obra se respire un ambiente distinto. Musulmán en la primera, mudéjar en la
siguiente y morisco en el desenlace.
Como
en “El perfume de Bergamota”, el autor no puede ocultar su condición de médico.
Una de las pruebas irrefutables de ello es la descripción del tumor de mama de
Pilar Bascón Rodríguez, duquesa de Rusadir, uno de los personajes secundarios
de la novela. Gaston es un escritor que aprovecha cualquier ocasión, incluidos
los diálogos, para ilustrar su obra con documentación de calidad. Hace multitud
de incisos para que las posibles dudas que puedan asaltar a los lectores sobre
los temas que van saliendo a colación queden resueltas sobre la marcha. Siguiendo
su línea descriptiva, podría decir que es un autor muy detallista, quizá en
exceso, como demuestran las largas enumeraciones de calles o plazas, las descripciones
de cargos, monumentos, indumentaria o costumbres de la época o la información
precisa y bien elegida que aporta acerca de la religión, tanto musulmana como
cristiana. Cabría destacar, en este sentido, el siguiente párrafo: “Entre las dos habían ordenado la
preparación y elaboración de raciones diferentes de lomo de merluza, brochetas
de oca, pinchos de perdiz escabechada aderezada con laurel y especies, platos
de manjar blanco, bocaditos de carne picada aliñada con canela, gigote –carne
de cordero asada picada en pedazos menudos- rehogados en manteca y
condimentados con limón, vino y especies. Unas escudillas de plata contenían
diferentes caldos elaborados con morcillo de vacuno, zanahorias y puerros que
servirían como entrantes”.
Además
de dominar la geografía y la historia española, norteafricana e italiana al
dedillo, Gastón se mueve con soltura en la prosa. Podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que con “Bajo el mismo cielo y diferente estrella” ha alcanzado un
estilo diferente al de su anterior producción literaria que le aporta la
madurez que todo autor busca tras varias publicaciones. Su narrativa es atractiva,
envolvente, no se podría explicar de otra manera, sumerge en la historia al
lector y lo retiene con el libro entre las manos cuidando cada párrafo, cada
frase, cada palabra.
Otro aspecto importante como
narrador que no podemos dejar en el olvido sería el control que ejerce sobre el
tiempo. Lo lleva siempre acorde a la narración, es decir, dedica el justo y
necesario a cada etapa, a cada conflicto, a cada personaje, lo que hace que el
lector no se aburra ni, por el contrario, se quede falto de información. Maneja
un lenguaje claro y sencillo, excepto cuanto entra en harina con las
descripciones médicas o artísticas; construye con meticulosidad los personajes
y deja claros desde el principio, incluso desde el preludio, los conflictos a
solventar a lo largo de la historia, y todo ello sin apresurarse en dosificar
la información que obviamente tiene que ir facilitando. Pero como no todos los
montes pueden estar sembrados de orégano, habría que señalar como defecto de
esta obra, si defecto puede considerarse, la escasez de comas, lo que, aunque es
un recurso que agiliza la lectura y está bien visto e incluso recomendado en determinados
círculos, a mi humilde entender es algo que da lugar a interpretaciones
erróneas del texto y a una obligada segunda lectura de determinadas frases.
Entre
los muchos párrafos a destacar estaría el dedicado a la caza: “La sierra de Elvira, montes de la Vega de
Granada cercanos a la capital y en la que abundaban los zorros, tejones,
jabalís, cernícalos y perdices era un lugar ideal para la práctica de la
montería, y el Soto de Roma, un pago de propiedad real con tierras en donde
abundaban las vides, los olivares y los morales, lugar ideal al que gustaba
retirarse al monarca en compañía de sus más allegados a disfrutar de la
cinegética. Siempre que sus actividades se lo permitían, el emperador, que era
un experto tirador de ballesta y arcabuz, dedicaba varios días a su ejercicio
favorito aunque éste no estuviera exento de riesgos. Y así ocurrió en la
segunda quincena de septiembre. Empecinado en la persecución de un jabalí
arocho, Carlos de Austria quedó separado de sus acompañantes y se alejó la suficiente
distancia para que nadie pudiese oír el sonido de su trompa montera pidiendo
ayuda. Desorientado y perdido, con hambre y sed, llegó a Fuente Vaqueros, una
alquería morisca llamada así por la primitiva existencia en ella de una fuente
utilizada como abrevadero y la construcción de establos para guardar el ganado.
Los fuenterinos, nobles y esclarecidos, lo reconocieron inmediatamente aunque
él se presentó –temiendo por su vida al seguir siendo los moriscos maltratados
por jueces, alguaciles, escribanos y nobles castellanos a pesar de los años transcurridos
desde la conquista cristiana de Granada-, como mercader perdido en el camino de
Málaga. Tras saciar su hambre y sed, varios lugareños le condujeron sano y
salvo, hasta el arrabal de San Lázaro junto a la puerta granadina de Elvira”.
Como
siempre que se tiene entre las manos una obra de estas características recomendaría
documentarse un poco acerca de los últimos años de la Granada nazarí y los
primeros de dominación cristiana, aunque, a decir verdad, la trama está tan
bien explicada y es tan rica en detalles, que se puede proceder directamente a
su lectura sin pasar por la casilla de salida.
En
cuanto a los personajes, los hay reales y ficticios, como mandan los cánones de
la novela histórica e, incluso, de la historia novelada. ¿En qué obra que se
ciña a este último subgénero no tiene cabida un tanto por ciento, por pequeño
que sea, de personajes imaginarios? En cuanto a los reales cabría citar a
Isabel de Castilla, Fernando de Aragón, Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran
Capitán) y su esposa (María de Manrique), Martín de Alarcón, el infante Ahmed (hijo
de Boabdil), el marqués de Villena, san Jerónimo (aunque lo cite como una
evocación al pasado), Diego de Siloé, el emperador Carlos I de España y V de
Alemania y su esposa (Isabel de Portugal), Juana la Loca, Felipe el Hermoso,
Pedro Ramiro de Alba (prior del monasterio de san Jerónimo), Abul Hasán (conocido
como Muley Hacén) y su esposa (Isabel de Solís), Mohamed Hacén (caudillo de
Baza y hermano de Muley Hacén), Yusuf Comixa (alguacil mayor de Granada y padre
de Ibrahim Comixa), Gutierre de Cárdenas (comendador de León), Hernando de
Talavera (primer arzobispo de Granada) y una larga lista que sería imposible
facilitar en una reseña de este tipo. Sin embargo, la importancia de los
personajes reales, excepto la de unos cuantos, es relativa en la novela.
En
definitiva, y después de analizar la obra de Gastón Morata, considero que “Bajo
el mismo cielo y diferente estrella” es un libro altamente recomendable, tanto
para los amantes de la novela histórica como de la historia pura y dura. Un
libro para colocar en un lugar visible y consultar una y otra vez. El lector no
se arrepentirá de zambullirse en este medio millar de páginas que lo harán retroceder
cinco siglos atrás.
Alicante, mayo de 2.017
Manuel Fernando Estévez Goytre
DATOS BIOGRÁFICOS
Funcionario
de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, nace en Granada en 1963.
Novelas:
- “EL
SEÑOR DE GRAN CAPITÁN”, (ECU, 2008), presentada en el CLUB LA OPINIÓN DE
GRANADA por el escritor y académico de las Buenas Letras de la ciudad, ENRIQUE
MORÓN, y prologada por el también escritor y académico JUAN JESÚS LEÓN.
- “SUEÑOS
DE FUTURO” (ESCRIBIENDO, 2011) con la que ganó el “PRIMER PREMIO DE NOVELA
ESCRIBIENDO, 2010”.
- “TODA
LA VERDAD SOBRE PATRICIO CERVILLA” (ONUBA, 2011), ganadora del “VII CERTAMEN DE
NOVELA ONUBA, 2011” por unanimidad del jurado, presentada en la SALA 1900 de
HUELVA por MANUEL MOYA (escritor y poeta), SALA ZAIDA de GRANADA por JORGE
FERNÁNDEZ BUSTOS (escritor y crítico de flamenco), SALÓN DE PLENOS DEL
AYUNTAMIENTO DE ÓRGIVA (GRANADA) por MIGUEL CARRASCOSA (escritor y poeta), y
CUEVAS DEL RODEO (ROJALES), por JOSÉ ÁNGEL ANDREU (historiador).
- “LA
SANGRE SOBRE LAS AZUCENAS” (ATLANTIS, 2016), finalista en el “V PREMIO DE NOVELA
IRREVERENTES, 2014”, finalista en el “V PREMIO INTERNACIONAL DE NOVELA ALCORCÓN
SIGLO XXI” y semifinalista en el “V CERTAMEN CIUDAD DE ALMERÍA, 2013”.
Relatos
finalistas o ganadores:
- “MÁS
ALLÁ DE LAS MONTAÑAS”, finalista en el concurso “EL MUNDO ESFÉRICO, 2010”.
- “EL
DESPERTADOR”,finalista en el certamen “EL LAUREL 2.011”.
- “LA
TORMENTA”, áccesit “II CERTAMEN DE RELATO CORTO Y POESÍA CONTRA LA VIOLENCIA DE
GÉNERO CIUDAD DE TOMELLOSO, 2013”.
- “CAJÓN
DE TINTA”, finalista en el I certamen literari Tamariu 2014 (puesto nº 16).
Publicado en la antología entre los veinte seleccionados.
- “Septiembre
de 1936”, mención de honor en el III concurso literario edición 2014 “Leopoldo
Marechal”.
- “Septiembre
de 1936”, seleccionado y publicado en la II antología de “Relatos de papel”.
- “Aquí
me tienes”, seleccionado para la III antología de “Relatos en papel”
- “El
tipo de la Harley”, seleccionado para la IV antología “Relatos en papel”
- “Una
última oportunidad”, seleccionado para la antología “Cosas que nos importan”
- “Últimas
vacaciones”, seleccionado para la antología “De amor y soledad”
- “Soledad”,
ganadora Festival Internacional Literario Labajo Pluma del Guirre 2015. Publicado en
la antología de relatos del certamen.
- “Cuatro
copas de aguardiente”, ganador II certamen de relato corto Launa y Terrao.
Publicado en la antología junto a diez de los relatos presentados.
- “Norberto”,
finalista en el certamen La Pluma de la cigüeña, de Piediciones.
Ha participado con tres cuentos en
el libro “EL PORTAL DE LOS RELATOS”.
Colabora
en varias páginas literarias con sus reseñas y relatos (cuenta en su haber con
más de un centenar, algunos de ellos publicados en periódicos).
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