miércoles, 23 de abril de 2014

Pueblo muerto, de Javier Vivanco

  • Tapa blanda: 400 páginas
  • Editor: CreateSpace Independent Publishing Platform
  • Idioma: Español
  • ISBN-10: 1499140029
  • ISBN-13: 978-1499140026

Reseña del editor

Calles solitarias, casas abandonadas, un pueblo que agoniza. Que enloquece. Un pacto para repoblarlo que supera todo lo imaginable, que se burla de la vida, que escapa a la muerte. Un amor en la oscuridad, donde las fronteras de lo real se desvanecen, donde los sentidos se retuercen a tientas para satisfacer su voracidad. Cuando la verdadera noche se cierne sobre estos tejados, puedes escuchar el eco de tus latidos propagarse entre los viejos muros. Y créeme, no querrás estar ahí fuera, en mitad de un pueblo muerto. *** "El libro es muy bueno, me ha encantado. Los personajes funcionan como un reloj y la amenaza es lo suficientemente intensa como para que el libro interese." (David Jasso)


Biografía del autor

Javier Vivancos nació en Cartagena un viernes 13 de 1979. En una fecha así, solo podía haber venido al mundo un escritor de literatura de terror. Se diplomó en Trabajo Social y se licenció en Psicología, pero lo que más le interesa es escribir y dar rienda suelta a esas historias que de cuando en cuando pululan por su mente como almas perdidas que necesitan ser dirigidas hacia algún lugar más luminoso. Ha trabajado como corrector y como redactor. Tiene varios trabajos publicados, ha resultado ganador en certámenes de relatos como el Premio Lituma 2006, el Ciudad de Arnedo 2008 o el X Concurso de Relatos Eróticos de Cartagena, y además ha conseguido pasta con ello. Autor de “Lucrecia se oscurece”, “Yo vi tu silueta”, “Los últimos días de la sombra” y otros muchos trabajos que las editoriales se matan por publicar, está a punto de ver editada su última novela: “Las matemáticas del caos”, una escalofriante y monumental historia de terror con la que al fin alcanzará la fama, la gloria y el reconocimiento mundial que se merece. Pero... mientras tanto, humilde como es, disfruta de su afición por la escritura con el mismo entusiasmo y sencillez con el que comenzó a darle a la tecla.

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