lunes, 14 de enero de 2013

Reseña Asesina. Toc de Vespres, de Alfred bosch


Autor/es Bosch, Alfred
ISBN139788466402118
ISBN10846640211X
Tipo LIBRO
Páginas 267
Colección Novel·la històrica #34
Año de Edición 2002
Idioma catalán
Encuadernación Rústica
Editorial: COLUMNA

Reseña Asesina de Diábolo

Toc de vestres es la tercera entrega de una trilogía dedicada a la Guerra de Sucesión en Cataluña. Componen la obra, la primera entrega que lleva por título Set de Rei y la segunda, Sota la Pell del diable.

No suelo leer libros en catalán, pero como el tema me interesaba y mucho, me lancé a la piscina dejando la ropa a buen recaudo, por si acaso la lectura me envolvía y me encontraba a mi regreso en calzoncillos. Últimamente me da por leer novela histórica, y acostumbrado a Posteguillo, Follet, Reverte, Auel, y naturalmente, Garrido, Manpfredi y otros muchos, llegué a pensar que estaba leyendo un cuento para críos. Y lo cierto es que quien me lo prestó, estaba encantado con su lectura, cosas de la vida, como si todos los cuentos debieran parecerse a Momo.

 
Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de las impresiones que me ha causado su lectura.

No voy a destrozarla. Encuentro que ensañarse con una obra literaria es un buen síntoma de mala salud mental y yo no creo estar tan zumbado, pero naturalmente no puedo concluir esta reseña sin más.

Es una novela plagada de acertijos matemáticos infantiles sacados de un dominical cualquiera, y que no tienen nada que ver con el momento histórico que narra. Aparecen porque sí con el ánimo de emborronar páginas por la debilidad de la imaginación del autor. Incluso si se me apura, diré que son anacrónicos, aunque las matemáticas nacieron con el hombre. El personaje principal es totalmente plano, y solo salvaría a su criado, un secundario que ofrece mayor jugo y posibilidades que John Sincler, el protagonista. El resto, el resto simplemente aparece en la obra, desaparece y en ocasiones, como Dalmau, vuelve a aparecer en varios de los capítulos.

La historia es lineal, tremendamente lineal, lo que demuestra que el autor no se ha querido complicar la vida en absoluto. Sencillamente, nos muestra un relato de lo acontecido, con enormes saltos y lagunas bajo la apariencia de una obra literaria. Y que conste que no estoy en contra de las novelas lineales, me entusiasman.

Uno cierra los ojos y le resulta imposible visualizar los escenarios, y eso que fue un periodo plagado de contiendas, emboscadas, enfrentamientos y un numero infinito de hechos en los cuales podría haber ahondado, pero el autor huye de la contienda, de la intriga, de los primeros planos. Solo tienes constancia de alguno de ellos de forma lejana por la voz del narrador. No están luchando ni te encuentras en primera linea. No agarras un pedernal o un fusil y empiezas a liarla parda, no, lo siento.

Incluso la historia principal, la del propio personaje, me parece algo inocente, poco o nada consistente. Sincler siempre se encuentra en todos los lugares, conoce a todos los hombres importantes de la historia y todo, absolutamente todo, pasa a través de él. Es como si John fuera el señor Martínez, que aparece en todas partes sin saber cómo ha llegado. No me pidáis que os lo describa, no me ha sido posible visualizarlo.

Ante tanto y tanto que contar, pasa del verano al invierno, y viceversa, a un ritmo mayor que pueda alcanzar el AVE. Es una obra escrita con prisa, como he dicho anteriormente, sin ganas de complicarse la vida en absoluto. Estoy seguro que no dedicó más de dos o tres meses a su construcción, y no es que el tema tiempo sea relevante.

Para ser una novela histórica encuentro a faltar muchas cosas. Cosas tan banales e importantes como un mapa para situar al lector en el interior de Barcelona y en sus afueras; que indicara las posiciones borbónicas, los baluartes, defensas, edificios, puertas y barrios importantes. Pero eso no es todo, una lista de personajes no hubiera ido mal, pues al ser el autor, historiador, debe pensar que todo el mundo conocemos a los personajes históricos como si fueran nuestros vecinos. Una pequeña introducción del momento histórico tampoco hubiera ido mal del todo, pues hubiera ubicado a los lectores en el lugar preciso. Y sí, sé que es el último de una trilogía, pero los anteriores adolecen de lo mismo y da saltos desde 1700 a 1714. Éste último, el que cierra la trilogía, abarca desde Julio de 1713 hasta Septiembre de 1714.

Y para rellenar las doscientas y pocas páginas, nos encontramos con largas y tediosas cartas, algunas de ellas, configuran un capítulo enterito.

Pues nada valientes, quien lo desee y no me crea, que la lea y ya me contará.

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