Colección: Nistagmus Nº7
ISBN: 978-84-614-1991-3
UN VIAJE AL INFINITO… DE IDA Y VUELTA
La premisa de la calidad se constata en la obra literaria por la consistencia de lo carismático en las letras, ante esa sensación exacta de excepcional que conlleva la óptima creación. Pepa Hernández no es una autora predecible, sus magines parecen ser de otros mundos que parece conocer muy bien.
Después del Bermellón de Chus Cuesta y el Libro de Malicia de Antonio Alfeca- magnífica novela de carácter intimista y decimonónico que parece escrita por una autora coetánea y poemario de espectacular simbología, respectivamente- llegó a mis manos un libro que en esencia formal se presenta en formato de librillo, para resguardar una gran obra de un fondo inusitado y sorprendentemente dúctil, manejando los conceptos de la realidad y la fantasía como si no existiera una frontera racional que los definiera.
Así, Una noche sin estrellas de Pepa Hernández ( María José Hernández López) , abre el espacio de la ensoñación a un infinito de realidad que tan pronto nos allega a la más visceral cotidianeidad, como nos eleva a las cumbres nada casuísticas de la Física Cuántica para envolvernos de infinita concepción propia, nuestra, universal donde todo es posible… allende los sentidos limitados de las imaginaciones corrientes y de las morales mundanas; los magines de esta obra son excelsos, consistentes a la par que ingrávidos, dramáticamente predecibles como misteriosamente indeterminados que alcanza sus máximos creativos en apenas unos párrafos con la realidad de un infinito consciente, sin despegar los pies del suelo. Asombroso.
Fiti es un personaje de lo rutinario- junto a Didí, Françoise, Mafy- llamado a la gloria de la infinita trascendencia en un viaje que parte desde un barrio de Madrid del que se regresa para volver a las estrellas.
La consistencia literaria se pergeña desde los primeros párrafos que nos anclan en unas rutinas plenas de visceralidad para, a la vuelta de las páginas, vernos inmersos en una realidad paralela que siembra de estrellas el universo desde las macetas terrenales; imbuidos de magia mezclada de lo común sin perder un ápice de su carácter la una y lo otro… perteneciendo durante la lectura a un espacio-tiempo tan particular como normalizado, aun llevados por las alas raudas que nos trasladan al origen de la consciencia de la infinitud, en una veloz e imposible comprensión de conceptos dispares de lo universal que, sin embargo, se nos antojan familiares, factibles y gratamente alentadores.
Estamos pues ante una lectura para el espíritu que reconoce el guiño de lo altísimo a poco que lo hayamos intuido en nuestras vidas.
Una noche sin estrellas lo mismo puede ser una realidad basada en fantasías excelsas que unas fantasías excelsas basadas en la realidad. No hay diferencia pero sí una sutil simbiosis que sólo se consigue con el absoluto dominio de las letras. El mérito de estas extraordinarias imaginaciones, estriba en que la autora crea una miscelánea de conceptos donde lo imposible nos queda normalizado, en tanto nos hipnotiza la sustancia literaria magistralmente tratada.
La maestría en las descripciones con una fusión de hierática realidad y una inextinguible fantasía es absolutamente seductora; el desleimiento de contexto e imaginación se explaya como lo más cotidiano de un espacio propio e intemporal.
Pepa da por hecho un propio concepto de realidad que no dista nada de la imaginación infinita y todo con una sencillez pasmosa, donde vive un sueño literario y lo convierte en algo asequible a las rutinas del lector. Acaso cualquiera podría salir volando al espacio de lo infinito cuando salga a la calle.
En el principio se ancla el relato con verosimilitud visceral, una realidad que se funde con los detalles en pro de la solidez rutinaria de lo predecible… de golpe toda la apariencia desaparece y se crece la existencia como si nada fuera constatable siendo todo un infinito allegado.
¿Cómo se consigue tal grado de cercanía en lo excelso y en párrafos inopinados, nada previsibles y sorpresivos? Definitivamente, con ingenio. Pepa transforma en veraz lo aparentemente imposible, conforma sueño con una parte de lo evidente donde se entremezcla la fantasía lindante con lo infinito sin dejar de ser compartido con el drama y el conflicto social de nuestros días…¿cómo conseguir una amalgama perfecta de esa realidad y fantasía además de ahondar en la miseria social de los conflictos? Con ingenio absoluto.
Ciertamente, este librito es de una tesitura literaria de madurez descollante y patente de un dominio del Arte de la escritura impecable. Es deslumbrante la capacidad de adaptación para tratar tanto de magnánimo en apenas unas páginas de esplendente, siempre, lectura.
La miscelánea de las temáticas sorprende por la yuxtaposición de la realidad más pragmática en descripciones taxativas, con la fantasía de carácter fenomenológico- asombrosamente imbuida de metafísica en esencia pura- junto a una poesía de racionalismo primigenio espectacular. Soy consciente de la complejidad de estas descripciones, pero sólo con la lectura de esta obra puede quedar la esencia pura de un íntimo regocijo que supone ser partícipes de sus magníficos valores y de manera tan sencilla.
Pepa Hernández posee una impronta creativa cuyo cometido literario descolla por la singularidad y control absoluto de lo inspirado. Ello aporta una solidez descriptiva que se rubrica, a modo de sello indeleble, en cada párrafo que aporta esa grandeza del valor de los pequeños detalles donde lo infinito es sólo un concepto que bien podría ser inspirado como una partícula de vital ensoñación por nuestros finitos pulmones.
Ingenio, sensibilidad y destreza en el Arte literario, son algunas de las características que definen esta creación que es sólo una muestra de lo que puede producir una escritora de sólida capacidad inspirativa como Pepa Hernández: lúcidamente excepcional.
Ignacio Fernández Candela
Escritor-Crítico literario
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