El Jugador
Autor: Fedor Dostoiesvski
Reseña escrita por Fernando Pineda
Fedor Dostoievski empezó a escribir El Jugador en 1866, en el momento de su màximo esplendor; en ese tiempo fue cuando todo era propicio y en ese contexto fue cuando el renombrado escritor dio inicio a una de sus obras más conocidas. Esta novela exhibe las pasiones más bajas que consumen a los seres humanos. Esta historia refiere la historia de un hombre, que sirve como auxiliar de un militar ruso, el cual lo lleva consigo a recorrer algunos parajes de Europa. Cuando se encuentran al norte del Viejo Continente es cuando la novela alcanza el punto máximo de atención: la adicción por el juego.
El jugador es fundamentalmente la autobiografía de un momento de la vida de Fedor Dostoievski, cuando él mismo se había convertido en adicto a los juegos de casinos, especialmente al juego de la ruleta, como sucede con el joven personaje de la historia. Pero las concomitancias no quedan ahí, pues haciendo alarde de una extraña semejanza entre la realidad y la ficción, el libro escrito Dostoievsky fue concluido velozmente, obligado por una deuda que debía saldar que pagar por haber perdido dinero apostan do excesivamente en la ruleta. No fue hasta 1867 que se publicó la obra, y a poco de publicarse, el éxito de la obra representó una oleada aire fresco para el propio Dostoievski, y oxígeno para sus arcas casi extinguidas; el escritor había estado muy tenso durante su proceso creativo, pues no perdía de vista la obligación de la deuda contraída.
Al leer El Jugador e ir revelando los personajes, Alexei Ivanovichm el joven adicto, Polina Aleksandrovna, una joven mujer muy bella, Antonida Vasilevna, su abuela, El General, María Filipova, o a Mademoiselle Blanche, entre otros, se sobreentiende porqué tantas veces se ha reeditado esta novela. El jugador, novela corta prolongadamente cavilada por Dostoievski y escrita en apenas sólo un mes, es una sutil, dolorida y a la vez, lúcida reflexión sobre el carácter ruso. Alexei, el protagonista, es el profesor —humilde, noble e íntegro— de la familia del general Zargoryansky. Está enamorado de su hijastra Polina, pero no se atreve a exteriorizar sus sentimientos. Todo toma ribetes de catástrofe cuando la tía del general dilapida su fortuna en el casino en tiempo récord y Zargoryansky ve esfumarse sus esperanzas de heredar, por lo que de la noche a la mañana quedò sumido en la desesperación. Alexei apuesta compulsivamente a la ruleta y obtiene una fortuna, que luego despilfarra con la misma indolencia con que acumula los billetes sobre el verde tapete. El preceptor, como Ralskolnikov y otros personajes presentes en otras obras de Dostoievski, no reprime ni controla sus turbaciones. Si hubiera podido dominarse durante una hora, hubiera sido capaz de cambiar su destino. Acudir al casino, para el resultó convertirse en un deseo irrefrenable, imposible de manejar.
Es muy conocido que el escritor ruso sentía una arrolladora pasión por el juego, que le condujo a contraer elevadas deudas y le exigió expatriarse y abandonar su país, por miedo a la cárcel. “El Jugador” tiene un clarísimo remedo biográfico no solo por esta afición sino por el amor frustrado del general por Blanche de Cominges, que refiere seguramente los sentimientos poco manifiestos del autor por su ex amante, Apolinaria Suslova, que había renunciado a èl tres años antes. Pero esta soberbia y espléndida narración de Dostoievski es mucho más que una pintura de la pasión por el juego, como pretendía explícitamente el escritor ruso. La obra proyecta una aguda mirada sobre las características del carácter ruso, contrastado con el francés con el alemán, encarnados por dos personajes: De Grillet, un desfachatado y despiadado prestamista, y Astley, un lúcido y generoso millonario.
El general vive muy por encima de sus posibilidades una falaz vida de fastuosidades y lujo. La tía, adinerada e inconsciente, castiga la conducta de su sobrino pero derrocha su fortuna en la ruleta. Alexei experimenta un profundo complejo de inferioridad y a través del juego busca un rápido enriquecimiento para conquistar a Polina. Los tres personajes son abismalmente fatalistas y solo piensan en un golpe de suerte acompañado por un golpe de fortuna para salvar sus vidas.
Pero finalmente la suerte resulta esquiva y los tres se muestran igualmente desesperanzados de ver cristalizados sus sueños. Ante el fracaso, sucumben aceptando al destino de un modo indiferente y sin presentar lucha .
Dostoievski lejos de realizar un juicio moral sobre las conductas de sus personajes,los describe y los comprende. Y, en cierta manera, los aprueba y termina justificándolos porque son como él: nada se puede intentar contra la mala suerte, una filosofía profundamente enraizada en el pueblo ruso. Las clases sociales son inalterables, el carácter personal no se puede modificar, los individuos están determinados por los acontecimientos, la casualidad, el azar, el hado juega un rol preponderante en la vida humana. Estas son las persuasiones del melancólico que era Dostoievski, que obtiene de su propio dolor el germen de su musa literaria.
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