Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788466640794
Nº Edición:1ª
Año de edición:2009
Plaza edición: BARCELONA
Crónicas transilvanas VII: La Legión y La Doncella
Reseña de Jose Luis Fernandez Gancedo
28/08/10
De todos los países de Europa, es Rumania “Tierra de romanos”, el que más orgulloso esta de haber formado parte del Imperio Romano.
En el año 106, Trajano, al mando de las legiones II Adiutrix, Flavia Felix y VI Ferrata, - a la señal de “Ira y Fuego” -, consiguió doblegar a los dacios, fieros guerreros comandados por Decébalo que, según cuenta la leyenda, si no caían en combate se suicidaban por su dios Zalmoxis.
Militarmente hablando, cabe destacar que, durante Las Guerras Dacias (101-106), hizo acto de presencia en el campo de batalla el carrobalista, el antepasado del cañón de campaña.
Al finalizar aquella contienda, Trajano, vestido con el manto púrpura de los emperadores - con objeto de conmemorar sus victorias militares frente a los dacios - ordeno construir la Columna de Trajano, un monumento considerado por muchos como un homenaje a un "genocidio".
Fuese cual fuese el comportamiento que los legionarios romanos tuvieron con los habitantes de Dacia, lo cierto es que, a día de hoy, los descendientes de los dacios aún evocan la figura de Trajano en el himno nacional "Deşteaptă-te, Române" (Despierta, rumano).
“Ahora o nunca demos pruebas al mundo / de que por estas manos aún corre una sangre de romano, / y de que en nuestro corazón conservamos con orgullo / un nombre que triunfa en la lucha, ¡el nombre de Trajano!”
Ante tales “antecedentes históricos”, considere oportuno que fuera una novela sobre los días de esplendor del Imperio Romano mi compañera de viaje durante la expedición «A Transilvania, tras las faldas de “La Doncella de Hierro”».
Gracias a “La Legión olvidada” de Ben Kane, - amante de la historia militar y la historia de Roma en particular -, viaje desde la piltra de la habitación 306 del Hotel Confort (Calea Turzii, nº 48 / Cluj – Napoca) hasta más allá de los confines del mundo conocido.
Fue así como, a lo largo de 560 páginas, fui testigo de las aventuras de cuatro esclavos de Roma marcados por su destino, cuatro esclavos que juntos deberán luchar por su honor y su libertad.
Rómulo y Fabiola, fruto de la violación de su madre por parte de un noble romano, verán para su desgracia como son separados por su cruel y despótico amo, el cual vende al muchacho a una escuela de gladiadores y a la niña a un prostíbulo.
Será en el Ludus, la escuela de gladiadores, donde Rómulo encontrara el padre que nunca tuvo en la figura de Brennus, un galo hecho prisionero por los romanos, y que, tras haberlo perdido todo (su familia, su libertad...), haya en su pupilo una nueva esperanza, una razón para vivir, aunque su vida sea una condena a matar en la arena del Circo Romano a hombres que no le hicieron nada para divertir a un pueblo miserable al que el Cesar apacigua con el consabido “Pan y circo”.
Es en la arena del Circo Romano donde Ben Kane demuestra su maestría relatando con todo lujo de detalles los brutales combates entre los diversos tipos de gladiadores (samnitas, mirmillones, secutores, laquearii, homoplachi, dimanchaeri).
Es también en esos fragmentos de la novela donde se constata la mezquindad del vulgo, de las gentes que gritaban y aullaban de placer ante las carnicerías en las que llegaban a convertirse aquellos combates.
Asqueados de su vida como gladiadores, y ansiosos por conquistar la libertad, Brennus y Romulus huyen y se alistan en la legión encargada de doblegar al imperio parto.
Al mando de Craso – hombre obsesionado con las riquezas de Partía. y con conquistar la gloria que se le negó a pesar de haber sofocado la revuelta de los esclavos liderados por Espartaco – siete legiones romanas (40.000 soldados) y 4.000 jinetes emprenden un infernal recorrido a través del desierto parto.
Será cerca de la ciudad de Carrhae (actualmente Harrán, Turquía) donde asistiremos al choque entre los legionarios romanos y los partos liderados por Surena, un hábil estratega que aquel día hizo que la Batalla de Carrhae pasase a la historia como una de las derrotas mas humillantes sufridas por el todopoderoso ejercito imperial.
Dando muestras de sus conocimientos militares, Ben Kane, a parte de conseguir que sintamos temblar el suelo durante la carga de los catafractos (caballería pesada acorazada armada de lanzas), nos hace caer presas del pánico ante los letales ataques de los arqueros a caballo, los cuales conseguían atravesar escudos y carne gracias a potentes “arcos – compuestos” hechos con cuerno de íbice y tendones de buey.
En resumen, una novela extraordinaria sobre los hombres y mujeres (esclavos y soldados) que vivieron y murieron bajo el yugo del Imperio Romano, un Imperio cuya grandeza fue forjada por los miles de hombres que, con el gladio en la diestra y el escudo en la siniestra, combatieron a lo largo y ancho del mundo con un águila como estandarte y, sobre todo y ante todo, siendo “Semper Fidelis” (Siempre Fieles) al que luchaba y sangraba a su lado para mayor gloria del Imperio.
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