El camino de las sombras, de Brent Weeks

Título: El camino de las sombras

 Serie: El ángel de la noche (Vol. 1)

ISBN: 9788401337628 

Autor: Brent Weeks

Editorial: Plaza y Janés

Edición: 2010

Reseña de Rayco Cruz

Nada más recibir este libro y leer su sinopsis tuve un flechazo. Fue de esas historias que todo buen lector sabe que le va a gustar, que encaja a la perfección con sus gustos, que, salvo que el autor lo eche a perder con el desarrollo de la historia y la sinopsis sea lo mejor de la novela, va a quedarse en su biblioteca bien situado. Eso fue para mí “El camino de las sombras”: un flechazo.

Sinopsis del libro:

A sus 11 años, Azoth ha aprendido a juzgar a la gente a primera vista; en realidad, le va la vida en ello, pues forma parte de una de las bandas de huérfanos que roban y malviven en las peligrosas calles de la metrópoli de Cenaria. Bandas en las que los pequeños son tiranizados por los mayores, en las que únicamente sobreviven los más fuertes, los más rápidos, los menos inocentes. Su única posibilidad de escapar a la miseria y al miedo constante es convertirse en aprendiz de asesino. Y no de cualquier asesino, sino del mejor: Durzo Blint. Para ser aceptado por Blint, Azoth deberá demostrar que tiene aptitudes para el «oficio» que desea aprender. También deberá pagar un elevado precio: empezar de cero con una nueva identidad. Diez años después, el joven Kylar Stern se pasea por Cenaria. Entre sus mejores amigos se cuenta Logan Gyre, heredero de una gran familia de la nobleza y uno de los pocos que podría disputar el trono al loco rey de la metrópoli. Son tiempos turbulentos. Las familias nobles están enfrentadas. En el Sa’kagé, la gran organización del hampa que mueve los hilos de los ricos y los pobres en la ciudad, se ha abierto una lucha por el poder. Y una amenaza del exterior empieza a planear sobre Cenaria.

La historia comienza con un prólogo trepidante que te obliga a leer el primer capítulo de corrido. Conocemos a Azoth, una “rata de hermandad” que vive en las Madrigueras, el barrio más triste y pobre de Cenaria, capital de Cenaria. Allí tiene que sobrevivir como buenamente puede hasta decide que quiere ser ejecutor y se obsesiona con ser aprendiz del mejor asesino que ha habido: Durzo Blint, temido allí por donde pasa. Pero la vida de un ejecutor no es fácil: desarraigo, soledad, desamor… Son muchos los sacrificios que Azoth debe hacer si quiere convertirse en el mejor asesino, en el Ángel de la Noche.

Weeks logra con su primer libro atrapar con una narrativa directa, fresca y trepidante, sin lapso para el aliento mientras se va enmarañando una trama que al principio parece sencilla pero que, a medida que las páginas van quedando atrás, se va liando sobre sí misma en tramas políticas, traiciones, ambición y guerra, con giros inesperados, personajes que son lo que parecen y sorpresas una detrás de otra. 

Desde un punto de vista estilístico, la obra es más cercana al best-seller, con un lenguaje sencillo, sin florituras y con predominio de la historia sobre la técnica, de forma que la trama no se traba con largas descripciones, monólogos interiores ni parrafadas interminables. El autor sabe lo que quiere y va a ello sin meandros, sin palabras estancadas ni escenas de más, cosa que se agradece.

La trilogía de “El ángel de la noche” se completa con “Al filo de las sombras” y “Más allá de las sombras” a publicar en Noviembre de 2010 y Febrero de 2011 respectivamente, lo que supone uno de sus mayores atractivos: la serie está cerrada y no serán necesarias largas esperas hasta llegar al final. Plaza y Janés ha acertado con la publicación casi de forma simultánea de los tres títulos, logrando que los lectores más ávidos puedan disfrutar de la historia entera con una demora de sólo seis meses. Ole por ellos, pues si hay algo que a los lectores de fantasía empieza a aburrirnos son las series interminables en las que pasan años entre libro y libro, siempre y eso cuando al editor no le da por dejar de publicarlas, cosa que sucede en ocasiones.

Así pues, “El ángel de la noche” está llamada a convertirse en uno de esos éxitos solapados que, sin mucho ruido, se va hacer un hueco importante en nuestras estanterías.