domingo, 4 de julio de 2010

El tiempo entre costuras, de María Dueñas


Título: El tiempo entre costuras
Autor: María Dueñas
Páginas: 631
Editorial: Temas de Hoy
ISBN: 9788484607915
Año de Edición: 2009


Reseña nº 6 para el Certamen de Reseñas Literarias


Es una novela de 631 páginas, por lo tanto, se puede considerar una novela larga.


Antes de sentarme cómodamente, cuando comienzo una novela, acostumbro a leer los comentarios de periodistas y periódicos escritos en la contraportada del libro y, en éste, titulado “EL TIEMPO ENTRE COSTURAS”, me he detenido en una frase de Fernando Sánchez Dragó que ha llamado mi atención. Entre otras cosas, dice: “Una novela de las de antes, de las de siempre…” y, después de leerla, no ha habido discrepancia en la aseveración de la frase. Porque, sí señor. Esta novela de María Dueñas, se puede considerar como “una novela de las de antes”.
Hacía mucho tiempo que no leía con tanta satisfacción. Desde un principio me ha fascinado el lenguaje claro, una prosa hermosa, narración exquisita donde lo literario se conjuga con lo coloquial. Donde se aprecia el dominio del idioma que subyuga y anima al lector a continuar con la lectura. Una novela de las de antes… con un estilo que recuerda al de esas escritoras un poco olvidadas de la época de los años 50 del pasado siglo, pero con la frescura de una retórica actual. Eso en cuanto a lo intelectual porque en lo que se refiere al argumento, me descubro.
Ágilmente narrado, entre una mezcla de peripecias, amores, historia, todo aderezado con la intriga del espionaje en un ambiente que, aunque bastante conocido por el lector autóctono, no por eso menos interesante, invita a leer sin descanso hasta el extremo de que, cuando un quehacer obliga a detenerse, el deseo más acuciante es la vuelta a la lectura para involucrase, aunque sólo sea con la imaginación, en las aventuras de la modista Sira Quiroga.
Aparte de lo dicho, los momentos históricos en los que se desarrolla la trama, están documentados a fondo y se describen hechos trascendentales de los que, muchos de ellos, estoy segura, son desconocidos para una gran mayoría de lectores, sobre todo, aquellos pertenecientes a la presente generación. Dato que, a mi entender, confiere a la lectura, además de entretenimiento, un punto didáctico muy sugestivo.
El único defecto que, en calidad de “abogado del diablo”, podría destacar –y aquí ya entramos en las evaluaciones muy personales-, es un ligero descenso en la movilidad de la narración que detecté después de finalizar la primera y segunda parte. Buscando un símil, se podría decir que fue como si el globo comenzara a desinflarse, sin embargo, casi inmediatamente, dos o tres páginas más adelante, la escritora ajusta la mecha del gas y el globo vuelve a inflarse para volar con entera libertad por un cielo completamente limpio de nubes alumbrado por un espléndido sol.Y así llegamos al final. Aquí no tengo más remedio que discrepar. La escritora ofrece un final en el cual le “roba” al lector toda su fantasía. Hace añicos el jarrón hermoso regalado con aquella impecable narración porque le recuerda que los únicos personajes reales son los pertenecientes a la verdadera Historia de los países en donde se desarrollan los acontecimientos y los protagonistas de la trama son… de papel…, no existen. No deja ningún margen a la imaginación para que aquella Sira Quiroga y aquel Marcus Logan, o Gonzalo Alvarado, Dolores o la matutera Candelaria, puedan revivir una hermosa historia que se dilate en la mente del lector cuando se identifica con todos aquellos intérpretes, ficticios, sí, fruto de la imaginación de la escritora, sí, pero a los que cada lector tiene derecho a proporcionarles una vida llena de sentimientos. Creo que no debía de habernos recordado la irrealidad de los personajes. El lector tiene derecho, -repito-, a guardarlos en su corazón y perpetuarlos concediéndoles una vida, aunque sólo sea imaginaria.
En resumen, una novela digna de leer y que, sin lugar a dudas, despierta la envidia… la sana envidia, por supuesto, de cualquier escritor. En mi caso personal, ¡ya quisiera yo llegar a escribir una novela con una ligera similitud! Aunque jamás le recordaría a los lectores que los personajes están inventados… no, jamás. El desenlace final siempre debe quedar en el secreto lugar del entendimiento de cada lector. Es mi opinión personal.
¡Mi más sincera enhorabuena a María Dueñas!

1 comentario:

  1. Gran obra literaria. Te subyuga desde el principio con una prosa limpia. Combinando la escritura concreta con la abstrasta con sabia maestría.
    Imperdonable dejar de leerla.

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