martes, 13 de julio de 2010

El último anillo, de Kiril Yeskov


El último anillo, de Kiril Yeskov

Título original: Poslednii koltsenosets
Traductor: Fernando Otero Macías
Ilustración de cubierta: Stephen Youll
Diseño de cubierta: Alberto Cairo
Col. Bibliópolis Fantástica nº 21
448 págs.,
21,95 euros
ISBN: 84-96173-19-4

Reseña nº 13, certamen de Reseñas Literarias (valora esta reseña)



La historia la escriben los vencedores, y suya es la versión que llegamos a conocer a través del tiempo. El Señor de los Anillos, tomado como la narración histórica de una época, con sus batallas y guerras no escaparía a este condicionante, y por tanto conoceríamos los hechos contados desde la perspectiva de los ganadores.

Es decir, El Señor de los Anillos (ESDLA) nos narra una época histórica concreta, con referencias a tiempos pasados, antiguas civilizaciones, grandes héroes, sangrientas batallas, etc. Pues bien, dicho esto, se puede considerar que El Último Anillo como la versión de los perdedores de las batallas- y de la guerra, en definitiva- narradas en El Señor de los Anillos. Estrictamente no es así, ni tampoco una revisión, ni por supuesto- menos aún- una parodia del libro de Tolkien. La publicidad realizada sí que lo define como la versión de la historia contada por los que perdieron, o la revisión de ESDLA; pero como comento, no es necesariamente así... iba a decir que a menos que consideremos el libro como una especie de diario escrito por uno de los personajes del bando perdedor, pero tampoco sería del todo cierto debido a la estructura que divide al libro. Esta estructura segmenta la novela en tres- si no en cuatro- partes bien diferencias, como veremos más adelante (como pasa en ESDLA, en la que la historia se va cortando siguiendo a los diferentes protagonistas, “olvidando” al resto en varias ocasiones).

También hay momentos en que, además de estar leyendo un libro de fantasía, puede darnos la sensación deque estemos ante un libro de historia- como decimos desde el principio en relación a vencedores/vencidos- , en especial cuando el autor se dirige directamente al lector, o cuando compara situaciones de la acción con la actualidad.
En este libro, nada- o casi nada- es como lo conocemos de ESDLA (y ahora me surge la duda de qué pensarán de él los que hayan leído El Último Anillo sin haber leído El Señor de los Anillos...si es que alguien lo ha hecho). Sin embargo, conforme avanzamos en la lectura vamos encontrando similitudes en nombres y situaciones, aunque desde un punto de vista, casi siempre, opuesto a lo que conocemos (Seruman es el único mago que se opone a la guerra, instigada por Gandrelf; Altargon es un impostor al servicio de los magos; los orcos y trolls son un pueblo pacífico e industrializado, Faramir será una especie de rehén en manos de Altargorn...). Como vemos, nombres y situaciones que usía conocemos de ESDLA, junto con otros anónimos y otras situaciones desconocidas, y otra perspectiva de los sucesos desde que Altargorn acude a la batalla comandando al ejército de los muertos, lo que inclina la balanza de la guerra; porque prácticamente aquí es donde “continuaría” de ESDLA, siguiendo la narración a unos supervivientes del bando perdedor (un sargento orco, y un médico de guerra, famoso por sus avanzados estudios).

Todo este conocimiento previo que atesoramos de ESDLA, junto con la diferente perspectiva que se da en este libro, hace que parezca que estamos en un universo alternativo, una realidad paralela donde todo lo conocido ha dado un vuelco y nada es como lo recordamos (bueno, tal vez algunos personajes y situaciones ya nos causaron un cierto “resquemor”, ciertas dudas en alguna de las versiones de ESDLA, y a pesar de estar en el bando de los “buenos” generaban ciertas “dudas”...)

Lo que sí se da en esta novela es una crítica (cono siempre se ha comentado de ESDLA) a la guerras, sobre todo a la evolución del armamento y al “arte de la guerra”, así como a otras cuestiones que rodean a las batallas (espionaje, sobornos, traiciones, etc). Pone el autor en boca de algunos personajes, indistintamente del bando al que pertenezcan, la evolución de las armas, y las consecuencias que ello acarrea. Y, además, toda la segunda parte es un intrincado- demasiado- juego de espionaje; es decir, todo este tramo cuneta la misión de uno de los personajes- que han establecido extrañas alianzas, dando lugar a esa diferente perspectiva que ya hemos nombrado- . La verdad es que esta parte es muy densa, demasiado, prácticamente en nada relacionada con el resto del libro, y se corre el peligro de que nos saque de la narración.
Si la primera parte está relacionada directamente con ESDLA, presentando personajes, tanto los “conocidos” como los antes anónimos, y va desarrollando acontecimientos, a la par que nos cuenta “realmente” lo que sucedió en ESDLA (los jinetes negros defienden el mundo de las malas artes de los magos, la aventura del anillo único fue un error por parte de los jinetes negros, la guerra se da porque los magos temen perder su poder en manos de la tecnología de los orcos y trolls...), toda esta segunda parte es de puro entramado de espías. Esto realmente rompe el ritmo de la aventura, prácticamente nos saca de la lectura por su densidad y escasa relación con el resto. Podríamos decir que aquí sobrarían un buen número de páginas, y habría, tal vez, que aligerar la trama.

Y ya en la tercera parte, resuelto el tema anterior, volvemos a lo que sería una de las acciones principales, realmente en la que desemboca todo lo anterior. Después de alianzas entre personajes que nunca creeríamos ver, de traiciones entre los que considerábamos “hermanos” de armas, de actuaciones heroicas de quien menos esperaríamos, llegamos a la verdadera misión, un émulo de la narrada en ESDLA; pero, evidentemente, aquí no serán los hobbits los encargados de realizarla (por cierto, no aparecen hobbits, sólo son nombrados ocasionalmente), ni se ayudarán de la magia de magos y elfos, sino de su desarrollada tecnología. Como hemos comentado, los orcos, trolls, y sus aliados son los pacíficos, los adelantados industrial y tecnológicamente, y los magos los que temen perder su poder frente a ellos. Por ello, no dudarán en comenzar una cruenta guerra, prácticamente un genocidio (con la oposición de Seruman). Con las extrañas alianzas, los pactos forzados, las traiciones entre compañeros, empezará la misión para poder destruir el cristal de los elfos. Estos seres, venidos de un mundo más allá del conocido, ansían dominar buena parte de ese mundo en el que han asentado una pequeña comunidad (aquí también podríamos entresacar una similitud entre esa pequeña comunidad en tierra extraña rodeada de los que ellos consideran enemigos, por lo que pactan con otros pueblos para mantenerlos a raya mediante el terror, y ciertos países de nuestro mundo).

En resumen, una novela agradable de leer, sobre todo con los conocimientos previos que nos da ESDLA (y la obra de J. R. R. Tolkien relacionada con ella), con una parte central densa, a la que tal vez le sobren páginas, y las otras dos partes ofreciéndonos una especie de revisión- aunque como dije, estrictamente no sea eso- donde nada es como lo conocíamos, y sus consecuencias no serán las que esperaríamos al acabar de leer ESDLA; es decir, es como si ESDLA fuese una especie de prólogo, y a partir de ahí se desarrollase una historia alternativa.

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