Niebla, de Miguel de Unamuno

Niebla, de Miguel de Unamuno


Reseña de Amando Lacueva.

Deseo compartir con vosotros una lectura de este pasado año.
Una obra donde Unamuno nos impregna de su existencialismo y en la que Augusto Pérez, protagonista de la obra, es el director de su propia vida, sin embargo vive en un mundo fantasioso e irreal. Una divertida tragicomedia que nos narra las peripecias de un rico licenciado en derecho, con una posición sólida, excelente educación y mejores modales, que divaga entre pensamientos filosóficos, sus puros, su ingenuidad, su idealismo e inexperiencia, y que tiene como único confidente a su amigo Víctor, con quien diserta, partida tras partida de ajedrez sobre sus ideologías y amoríos.
Augusto, en una de esas mañanas que ignora qué hacer con su vida después de la muerte de su madre, conoce a Eugenia Domingo del Arco, una pianista huérfana que vive en casa de sus tíos y que se gana la vida ofreciendo clases de piano. Augusto se hace querer por la tía de Eugenia para que le allane el camino hacia su idílico amor, allí conocerá al tío de Eugenia, un anarquista con un perfil rabiosamente real.
La candidez e inocencia de Augusto en estos días resulta arto hilarante, pues le lleva a enamorarse perdidamente de Eugenia, quien se revela como una mujer fría y calculadora, adelantada a su época, una hembra enamorada, pero no de nuestro protagonista y quien hundirá a Augusto en un pozo de negrura y desesperación.
La obra cobra una especial fuerza cuando Augusto Pérez viaja hasta Salamanca, residencia de Miguel de Unamuno para enfrentarse a él, una interacción entre autor y personaje que deja a ambos con una honda preocupación y donde Unamuno le revela el destino que le tiene preparado.
El epílogo de Niebla es, dentro de la obra, una contribución magistral, una fábula narrada por el perrito de Augusto con una visión sorprendente sobre su amo.
Una obra increíble de uno de los máximos representantes de la generación del 98.