martes, 2 de marzo de 2010

L’opi d’un hibern, de Jordi Fornos


Reseña de Laia Llobera i Serra

Poemario
Editorial Quidrivium
L’opi d’un hibern
Jordi Fornos


Viernes, 15 de Enero de 2010. Las nueve de la mañana Me ha llegado en forma digital L’opi d’un hibern, el primer trabajo poético de Jordi Fornos. Curiosa, inmersa en las páginas del pliego, ahora religado de forma casera, me instalo poco a poco con todo el mamotreto y las bolsas. El tercer verso del segundo poema ya me llama la atención: «Gossets de joguina/passegen àvies:/comença l’endreça» Me viene la imagen de una habitación llena de cajas por ordenar. Cajas grandes, que contienen cajas pequeñas, que contienen cajas aún más pequeñas, como muñecas rusas de madera que se van destapando golosamente. Me pegunto qué pasará cuando encuentre la más pequeña de todas y la quiera abrir. «He viatjat massa temps amb el cap / sense moure’m de lloc, i els peus se’n senten...». ¿Un recuerdo?, ¿Muchos recuerdos? Recuerdos de los «licors més afruitats que puguis»? De «la Gòrgona pèrfida/reflectida al mirall»? ¿De un «teatre emmidonat»? O de todos ellos, insertados en «aquestes tardes que ja no tens»? Si el lector quiere descubrirlo tendrá que leer todo lo que escribe el poeta, pero también lo que no escribe, lo que oculta entre líneas i esconde dentro del «armari corcat» en «petites dosis de verí», que puede ser, tal veza, esta droga de invierno: la embriaguez del amor, la que asolaba a Byron o Baudelaire, o el lastre del hombre que ya no vive, y solo recuerda, como el «animal de records» de Estellés, o el «vell sàtir» de Vinyoli. En este libro hay poemas iluminadores como por ejemplo Processó, donde determinadas palabras y expresiones adquieren un valor relevante y guardan una correlación íntima a lo largo de la obra: «els porxos muts de la memòria», el «titellaire» «sempre expectant», i los «vaixells (passats) imaginaris», que nos conducen a una reflexión vital irrevocable: «Tot ha esdevingut tan letàrgic...».
Y poemas lúcidos, como Bar, Ptero o Coma etíl•lic, donde habla una voz poética cruda, descarnada, radicalmente sincera. En: Ariadna o Silencis de desig, en cambio, se inscribe el misterio de la vida i la muerte o el deseo, a través de un lenguaje cálido y sensual, que hace de contrapunto dentro de la obra, al lado de poemas más incisivos como por ejemplo Amor gore, un «doll» de aliteraciones fantástico, y Natura morta, donde afloran el odio y el deseo más descarnado: odi et amo de Càtul y Ovidi. Hay aún otro aspecto que hay que destacar: el léxico del poeta. El libro bebe del influjo «[al]químico» del autor, diseminado por toda la obra a través de palabras hipnóticas: èlitre, liniment, alambí, aliquota, cristall, refractes, amalgama, perfums destil•lats, tarongina... un cosmos de olores, gustos, tactos y sensaciones más bien propias de la literatura erótica. En L’opi d’un hivern, sin duda, se entra, y se sale transformado. Veraz, apasionado, irónico, inflexible... Conmueve. Y como diría Desclot la poesía es eso: «el arte de conmover».

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