NOTA DE LA EDITORIAL
Rebelión en la granja (1945) es un cuento satírico de George Orwell acerca de un grupo de animales en una granja que expulsan a los humanos y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una tiranía brutal. la novela fue escrita durante la segunda guerra mundial y , aunque fue publicada en 1945, no comenzó a ser conocida por el público hasta finales de los años cincuenta. Rebelión en la granja constituye una crítica velada de la Revolución Rusa y una sátira sobre la corrupción del socialismo soviético en los tiempos de Stalin
Rebelión en la granja (1945) es un cuento satírico de George Orwell acerca de un grupo de animales en una granja que expulsan a los humanos y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una tiranía brutal. la novela fue escrita durante la segunda guerra mundial y , aunque fue publicada en 1945, no comenzó a ser conocida por el público hasta finales de los años cincuenta. Rebelión en la granja constituye una crítica velada de la Revolución Rusa y una sátira sobre la corrupción del socialismo soviético en los tiempos de Stalin
OPINIÓN PERSONAL
Como si se tratara de Momo, de Michael Ende, o El Fantasma de Canterville, de Oscar
Wilde, o quizás, Cuentos de Navidad,
de Dickens, o…, en fin, la lista, dentro de la literatura universal de grandes
cuentos convertidos en obras maestras es interminable.
En Rebelión
en la Granja de George Orwell, nos encontramos con un nuevo cuento, una
fabula con un inequívoco mensaje… Dictum
de Actom. “El poder tiende a
corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”
Realizando un símil con la Revolución
Rusa y el triunfo del estalinismo, nos regala una sátira mordaz, que ya en su momento tuvo verdaderos problemas
con la censura antes de poder ver publicada su obra.
Todo indica que el Ministerio de
Información alertaba a los editores de lo inoportuno del momento en que la obra
de Orwell viera la luz, y el autor, en el prefacio de la obra, nos narra las vicisitudes
por las que tuvo que pasar. Nos remontamos de esa manera al final de la Segunda
Guerra Mundial, cuando Inglaterra y Rusia eran aliados, por lo que la
intelectualidad inglesa no veía con buenos ojos que Orwell lanzara un torpedo
tan bien dirigido sobre la línea de flotación del régimen ruso.
Los ideales están muy bien, pero mejor
están si pueden mantenerse por los tiempos de los tiempos sin tacha ni mancha,
algo que no ocurre a los ojos de nuestro querido Orwell con los rusos, pues el
totalitarismo se impone sobre la idea primigenia.
De esta manera, Orwell nos adentra en el
mundo de “La granja solariega”, donde los animales, capitaneados por los
cerdos, o clase dirigente del régimen, expulsan y se enfrentan a los humanos.
Poco a poco van tergiversando la idea inicial
y juegan con la ignorancia y la escasa o nula inteligencia de muchos de los
animales, con el miedo y el castigo para lograr un bienestar que no comparten
con el resto, haciéndoles creer, con discursos bien dirigidos, que la libertad
conseguida al expulsar a los humanos requiere un sacrificio, pero que es suma,
esa libertad lograda a base de sacrificios y enfrentamientos, es el bien más
preciado que hay que lograr salvaguardar, aunque el resto de los animales sufra
jordanas eternas de trabajo y raciones en su alimentación.
Los cerdos se convierten poco a poco en
los intocables y su líder, acompañado en todo momento de seis fieros perros,
impone al resto sus ideas revolucionarias, donde se reconoce a si mismo unos
privilegios que solo gozarán los que se encuentran en las capas más altas de la
estructura que van tejiendo.
No es un cuento anacrónico, ni mucho
menos, es sumamente actual y el caso más latente lo tenemos, y es mi opinión,
en Venezuela.
Los ideales están bien, pero los
hombres, como reza la frase acuñada por el católico John Emerich “Dictum de Actom”, arriba indicada, son
corruptos, ¿O eran los cerdos?
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