viernes, 17 de enero de 2014

Esclavo de tu libertad, de Milagro Gabriel Evans


SINOPSIS


Novela corta acerca de cómo el amor cambia las cosas.Un Elfo con un secreto, un lobo cambiaformas con mucho camino recorrido entre cuerpos y corridas con personajes anónimos.Ambos descubrirán que el amor es un asunto de cuerpo y de alma, algo para compartirse entre dos que sean amigos y amantes.Sólo el que ha amado ha conocido lo que es realmente un beso.

http://www.nuevaeditoradigital.com/#!milagro-gabriel-evans/c1tw0

Fragmento

CAPÍTULO 1

Jarot no solo era uno de los tresempleados que se encargaba de la biblioteca pública de la pequeña ciudad,sino que también era ni más ni menos que un Elfo. ¿Quién no conocía al chico?Hermoso como el más erótico pecado, de intensos ojos celestes y boquita de cereza.Unmetro ochenta del más caliente ser que haya caminado sobre este miserable mundo.Un cuerpo espigado que recordaba al trigo mecido por el viento,y todo eso acompañado con un cabello largo de un rubio tan claro que casi era blanco, el que siempre llevaba suelto para esconder las orejas puntiagudas. Lástima que era más frío que un témpano de hielo. Esa certeza hacía que Malcom se revolcara en su propia calentura cada vez que se encontraba con el hombre. El Alfa de la manada se lo había advertido muy claramente, "jode al Elfo y te arranco la piel".Como si el universo confabulara en su contra, apenas entró a la biblioteca para dejar un libro,encontró al joven Elfo de mirada triste. —¡Hola! —Fue lo mejor que se le ocurrió decir cuando su cerebro logró comenzar a trabajar de nuevo—Vine a devolver este libro que mi madre sacó la semana pasada. El joven Elfo que estaba concentrado en las hojas de un enorme folio que debía contener los secretos del universo, por fin levantó la cabeza para mirar al visitante que estaba del otro lado del mostrador. Como suponía, era el sexi lobo cambia formas, podía sentir su presencia nada más entrar en el edificio.El hombre medía casi dos metros de músculos sólidos, cabello castaño oscuro que le llegaba a los hombros y unos ojos dorados como la miel que le encantaba poner en el pan del desayuno. Era como si alguien hubiera tomado nota de todo lo que le gustaba en un hombre y lo colocaron en un solo envase. Si hasta tenía la piel bronceada para contrastar con la palidez de la suya. El pensamiento lo hizo ruborizarse como el idiota que era.




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