lunes, 11 de noviembre de 2013

La fuga del maestro Tartini, de Ernesto Pérez Zúñiga

La fuga del maestro Tartini, de Ernesto Pérez Zúñiga

11 de noviembre de 2013 a la(s) 8:47

Ernesto Pérez Zúñiga, La fuga del maestro Tartini.
Alianza Literaria,
Madrid 2013,
448 pp.
Premio Torrente Ballester 2012, con el título “El tercer sonido”



Giussepe Tartini fue un virtuoso violinista y compositor del barroco italiano, autor de la famosa sonata “El trino del Diablo”. Siglos después, un día del año 2006, esta pieza sobrecoge a Pérez Zúñiga, y le lleva primero a investigar sobre el músico y luego a escribir la novela.


La acción se sitúa entre los años 1769 y 1770. En los últimos meses de su vida, Tartini apenas duerme, pues “es la ansiedad de no morir la que lo mantiene despierto”. Por una macabra paradoja, la gangrena se extiende por su brazo derecho, el mismo brazo con que manejó magistralmente tanto el arco de su violín como la espada de su juventud apasionada. Ya muy enfermo, escribe sus memorias.

Escrito en primera persona y en presente, el texto tiene dos voces narrativas: la de Tartini, que se sitúa en el siglo XVIII, y la del autor, que narra desde nuestros días. Éste último aporta una visión estereoscópica al relato, pues “se convierte” en caballo, o en soldado, o en cuerda o en viento o en cualquier cosa o persona que el autor pueda utilizar para 'inventar' justificaciones o visiones complementarias de los hechos que ha narrado ya, o que va a narrar a continuación.


La lectura nos lleva hasta excusar, o al menos comprender, cada vez mejor al personaje, tan humano, tan honesto consigo mismo y por eso mismo, tan egoísta. Es la egolatría del creador, del artista, que le lleva incluso a traicionar y herir a los que más quiere. Tartini elige un destino intenso y desprecia al cobarde “que no ha sabido ser libre” (pág. 342), pero piensa que solo pudo componer su mejor obra (las 'Sonatas del Tasso') “... porque estaba libre de sí mismo y sabría recoger lo que todos compartimos: el sueño de la aventura y el regreso” (pág 358).
El sueño es una constante de esta novela. A nuestro protagonista le inquieta haber compuesto “El trino del Diablo” después de haber oido la música de un sueño de juventud (pág.122), y pone en boca del protagonista varias veces que “Uno es lo que sueña, fue lo que hizo, será la unión de obra y sueño”. El relato, una autobiografía novelada, está repleto también de ensoñaciones poéticas a modo de efectos especiales, que aportan acción al texto con acierto.
El lector además asiste al proceso de creación de la novela por parte del autor. Por ejemplo, en la página 134 leemos “...esa sonata que transcribiste al despertar, la 'Sonata en sol menor', fue la que me hizo fijarme en ti mucho antes de que existieras y anduvieras en estas palabras, Giuseppe; no sigo las reglas aparentes del Tiempo, viajo aquí y allá,...” (pág 134). Incluso compartimos la propia investigación del autor, como cuando está documentándose en la iglesia de Asís en la que trabajó Tartini y hace un paralelismo entre la fe en el poder de los santos y en el poder de “los superheroes soñados en Estados Unidos...” (pág.105).

Este libro tiene dinamismo, color, sorpresa narrativa, personajes afilados, universos de ligereza y melancolía redondos en su ritmo. Gustará sin duda a los amantes de la belleza poética y de “la gran transformación que es siempre interior”.

En la página 401, Tartini dice que “es una lástima no ser consciente (…) sino al final de la vida”, pero quizá es el esfuerzo de escribir la verdad propia, la palabra escrita, la que nos hace conscientes; si así fuera, todos estamos a tiempo.

María MÉNDEZ


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