lunes, 15 de julio de 2013

Mujercitas, de Louise M. Alcott

Mujercitas 

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Autor: Louise M. Alcott

Reseña escrita por Fernando Pineda


Cuando en septiembre de 1868, la escritora estadounidense Louise May Alcott publicó su obra titulada Mujercitas, nunca imaginó que a poco de editarse, la historia de cuatro niñas hermanas todas ellas entre sí que durante la guerra civil que tuvo lugar en EEUU entre 1861 y 1865, cautivó a lectores de todas a partes del mundo. 

Este libro que, con el paso del tiempo, se convirtió en un clásico de la literatura, cuenta las experiencias de vida de los March, una familia signada por las urgencias de la vida diaria y las obligaciones laborales de cada uno de los componentes de la familia Mientras su padre permanecía lejos del hogar enrolado en las filas del ejército, las hermanas Meg (una preciosa joven que ganaba su dinero como institutriz y era sin duda, la más responsable de las hijas), Jo (una entusiasta de la escritura que consagra su vida a sacar de apuros a las personas cadenciadas ), Amy (la más presumida y beligerante) y Beth ( excesivamente tímida y a la vez sumamente talentosa para tocar el piano) viven con su madre, una ama de casa responsable que intenta modelar la conducta y la moral de sus descendientes. 


Es allí, en esas circunstancias, donde y cuando las protagonistas empezarán a dejar al desnudo tanto sus virtudes como sus lacras y experimentaran sensaciones y sentimientos que les servirán para crecer, desarrollarse, madurar, conocer el amor, plantarse ante situaciones difíciles y resolverlas, conocer las obligaciones y derechos de la vida marital y del mundo exterior. “Mujercitas”, un relato elaborado a partir de algunas costumbres personales y experiencias de su autora, no sólo fue traducido a innumerables idiomas sino que sugestionó la puesta en marcha de varios proyectos alejados del mundo literario. Little Women, como se tituló en inglés, nos cuenta de cuatro historias decididamente singulares encuadradas dentro de una trama extremadamente difícil como fue el de la Guerra Civil de los Estados Unidos. 

A poco de ser publicada, Mujercitas se convirtió en todo un éxito para la época, y sus derivaciones no se hicieron esperar. Aquello que Louise M. Alcott nos cuenta no es otra cosa que la vida de cuatro niñas de la ciudad de Concord (Massachussets) que durante el paso de la historia el lector será testigo como las entonces niñas se convertirán en mujeres. Basada en las propias vivencias de la autora, Alcott logra vincularse con las preferencias del público de la época sin ceder a algunas transgresiones que hoy pueden pasar inadvertidas. 

Adentrarse en la historia de las cuatro protagonistas, resultaba para el lector seguir al pie de la letra un compendio de consejos y represiones varias, más de allá de convertirse en testigos una vez mas, en esta oportunidad, de aleccionadoras historias, estos ingredientes convirtieron al libro de Alcott en una lectura muy solicitada por las mujeres de toda edad. Las niñas, a través de las lecciones de la vida, de las desilusiones y de los conquistas, observarán cómo sus defectos de carácter (fuertemente marcados en la novela) se irán esmerilando hasta convertirse en mujeres maduras. 

Sin embargo, al mismo tiempo que la autora juega con los preconceptos de este tipo de literatura, también contiene algunos elementos interesantes. La escritora recrea un universo femenino donde el elemento masculino se vuelve casi imperceptible. Los hombres nunca esgrimirán rasgos de autoridad, ni siquiera tendrán mucha voz. La no presencia del padre (ausente del hogar la mayor parte del tiempo), es un elemento que ayuda a establecer todo un sistema de matriarcado donde las mujeres se encargan de su propia cotidianeidad. La escritora traza una radiografía de lo femenino, tal y como ella lo entendía. 

La Señora March , la madre, es el elemento fuerte, mujer enérgica y valiente que pronto se convierte en la protectora moral y física de esa casa. La hermana mayor, Meg, heredará los modelos de conducta adecuados para una mujer, pero caerá victima de su mayor defecto: la vanidad. Beth es la víctima, la más sacrificada de las cuatro, la niña débil, enfermiza y taciturna. Amy es la más agraciada, bien parecida, pero al mismo tiempo, la más egoísta. Instruida, intelectual, resuelta y apasionada, su mayor defecto es el orgullo. Pese a ser tan distintas, si algo tienen en común estas mujeres es su carácter benefactor. Todas ellas estarán, en mayor o menor medida, relacionadas con las obras caritativas de la ciudad de Concord. 

Así, Louise M. Scott confiere a su género la capacidad de hacer el bien, la legitimidad moral en muchos casos (esa madre sabia). Pero también el privilegio, y eso es un avance, de que ellas puedan ser contradictorias: buenas sí, pero también egoístas, vanidosas, orgullosas y tímidas. Pese a ser una novela que no profundiza en los sentimientos negativos y pese a tener una buena dosis de religiosidad cristiana, Mujercitas no deja de ser un paso adelante para la época en la que se escribió. Mas allá del hecho poco probable que las lectoras adolescentes se sientan identificadas con la vida de las hermanas March, los valores humanos del libro y la infatigable lucha de sus protagonistas por crecer, evolucionar y dejar atrás sus propias fragilidades siguen cautivando a los lectores . Mujercitas, de Louise M. Scott, es sin dudas un clásico de la literatura de todos los tiempos, uno de esos libros que cualquiera de nosotros lee en la infancia y de cuyos personajes es imposible olvidarse

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