lunes, 7 de enero de 2013

La princesa de hielo, de Camilla Läckberg

La princesa de hielo: dolor de muelas

Reseña Asesina de Pedro Avilés.

Siempre he sostenido que escribir una novela, aunque sea una mala novela, tiene su mérito. Pero creo que la última que acabo de leer escapa a esta categoría con creces. La princesa de hielo, de una tal Camila Läckberg, una escritora sueca que se ha querido pegar a la moda de lo policial con el pretexto de escribir un Chick Lit de baja intensidad, es una auténtica porquería, así, sin más. De policial no tiene más que el nombre y la pretensión, y de Chick lit de baja esfofa, todo lo demas.

Una costumbre, idea más bien, que sostengo con brío desde mi época de lector en la niñez hasta ahora, es que para opinar sobre una novela, sobre un libro, hay que leer todas sus páginas desde principio a fin. Con La Princesa de hielo también lo he hecho, por supuesto, pero en ella, excepción es excepción, me he visto obligado a leer algunas de esas páginas en diagonal. Lo mejor de la lectura de La Princesa de hielo, ha sido, como cuando he tenido que ir al dentista con dolor de muelas, acabar.



No sé si la culpa es sólo de la autora, de la edición de la editorial original de su obra, de la edición de la actual editora en España (Maeva), o de una traducción deficiente. Puede que todo a la vez, pero La princesa de hielo está mal pergeñada, mal construida y con todo el andamiaje expuesto al viento. A la autora se le nota a la legua su intención de intentar impresionar al lector. Impresióname, sí, pero que no se te note. Inútil empeño en este caso. La autora destroza su propia pretensión convirtiéndola en un erial de cosas previsibles para el lector en un ritmo pretendidamente tranquilo, copia de cómo considera la propia autora que se debía escribir la novela negra británica, de la que he leido por algún sitio que es admiradora, y que finalmente no deja de ser más que eso: una mala copia de algo que no ha entendido en absoluto.

Camila Läckberg utiliza todos los tópicos del género negro, se deja más de la mitad en su tintero por omisión, y los que no, los utiliza mal. En lo técnico propiamente dicho, no tiene ni pajolera idea de cómo funciona la Policía, ni por supuesto la investigación policial (ni siquiera en el pequeño pueblo de Fjälbacka en donde ubica la acción) Nos encontramos así, por poner tan sólo un ejemplo, mezclado en una prosa simplista superada en calidad con creces por Marcial la Fuente Estefanía o por Corín Tellado, con que el policía protagonista descuelga el cadáver de un ahorcado simplemente porque hiere su sensibilidad. Imagino las lindezas que después le dirían los de la Científica, que en Suecia también existen, pero la autora lo omite, claro.

Otra de las tonterías que contiene la novela, un ejemplo nada más entre otros muchos, son frases tópicas en situaciónes completamente prosaicas de esas del estilo de, mantuvieron un tenso silencio durante varios minutos antes de hablar. Durante varios minutos. Ahí es nada. Un tópico. Si alguien quiere hacer una práctica, que experimente con su segundero aguantar sin hablar, no ya varios minutos, sino tan sólo un par con un par de amigos enfrente. Esto no es más que un ejemplo. Luego tenemos la historia familiar de una escritora amiga de una asesinada, a través de la cual le vemos el pelo a la autora, todas sus confusiones mentales, y sus dudas existenciales (el andamiaje), y que al lector avezado se la trae floja, como vulgarmente se suele decir. Sinceramente, tener que leer la cuitas personales de una chica, o chico, en su diario pajomental, es algo que siempre me ha producido urticaria.

Los diálogos son insoportables y, al igual que el texto general, se han visto alargados hasta la saciedad, como si la autora pensara que cuanto más larga la novela, más calidad tendría, lo que es un engaño al lector. Se equivoca, claro. Le ha faltado pasarle el detector de mierda que Hemingway decía que todo escritor que se precie debe tener siempre en perfecto estado de revista.

Lo que me asombra es que la edición que tengo en mis manos (afortunadamente por poco tiempo, ya que irá a parar a esa parte de mi biblioteca dedicada a la basura) va ya por su 14ª edición. Ya les vale.

¿Quién, cómo, al margen de la literatura, le da a gentes como Camila Läckberg este marchamo de autoras de éxito? Sinceramente, no tengo ni la menor idea.

Normalmente tardo en leer una novela una semana, diez días a lo máximo. Leer La Princesa de hielo, me ha llevado más de un mes. Y eso gracias a que esta mañana, como cuando uno se toma una medicina muy amarga sin pensarlo, me he engullido sus últimas cuarenta páginas al tirón para acabarla. Y esto tan sólo para poder opinar con todas las de la ley sobre esta novela cuya lectura me ha hecho replantearme ese principio de no opinar de una obra escrita hasta que no la he leído al completo.

4 comentarios:

  1. Ufffff!!! Ya veo que no te ha gustado ni lo más mínimo. Yo la leí hace ni se sabe, y recuerdo que aunque me pareció una novela muy light, la historia en sí me gustó. Pero tienes toda la razón en que la editorial vende y promociona y nos mete por los ojos las historias que están empeñados en vender. Por si fuera poco, esta novela es la primera de no sé cuantas, debe haber unos cuatro o cinco libros más que le siguen con los dos protagonistas a la cabeza. No recuerdo mucho más de la novela, pero por tu reseña prefiero ni acordarme. Besos desde locuradelectura

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  2. A mí me resulta especialmente molesto "el personaje escritor" cuya única finalidad es enseñar el entramado narrativo, que creo debe ser invisible para el lector. Es como el mago enseñando dónde tiene guardado el conejo antes de sacarlo de la chistera, incapaz de contener el ego de mostrar lo ingenioso y hábil que es su truco, como si el resto de los magos no lo conocieran. Esto destruye completamente la magia... y mi respeto por el mago.

    De todos modos, le echaré un vistazo, a ver si coincidimos, aunque sea diagonal e incompleto. Yo soy de la opinión de que si en un restaurante me ponen un plato que está malísimo, no me parece que tenga que rebañarlo hasta la última miga para poder opinar. ¿Acaso no es crítica lo bastante demoledora "no tuve narices para calzármelo, ni empujando con vino"?

    Saludos

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  3. Leí 5 de esta saba y me gusta. Este me dejó algo fría (por algo se llama La princesa de hielo), pero los demás están mejor. Merecen la pena, aunque no sean de 10.

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  4. Tengo ganas de leerlo, pero me da una pereza increíble... lo tengo pendiente desde hace un montón.

    Besotes

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