Doña Flor y Sus Dos Maridos
Autor : Jorge Amado
Reseña escrita por Fernando Pineda
Imaginamos al realismo mágico, relacionado a la narrativa que encontramos en los países americanos de habla hispana; también en Brasil se encontrarán muestras de él, aunque más no fuere por proximidad geográfica. En Brasil se ha dado el realismo mágico de forma tan importante como entre sus vecinos, con la valiosísima cualidad añadida de que el erotismo innato sumado al carácter carioca recorre estas fábulas de principio a fin.. A no dudarlo, el mejor exponente de todo ello resultó ser Jorge Amado (Bahía, 1912-2001), uno de los más grandes escritores brasileños del siglo XX, quien además de ser periodista y narrador desplegó a lo largo de su vida una importante actividad política, a causa de la cual debió ser protagonista de varios exilios, primero en Argentina y Uruguay y luego en Francia –de donde también terminó siendo expulsado-, y hoy a casi diez años de su desaparición es uno de los escritores más admirados de su país.
Una de sus novelas más conocidas, Doña Flora y sus dos maridos, cuenta, con gran sentido del humor, el recorrido que transita una mujer desde el más recatado pudor hasta el placer sexual mas directo, a la vez que ingenuo. .Doña Flora, directora de una célebre escuela de cocina de Bahía, se ha casado dos veces. La primera con Vadinho, un mujeriego recalcitrante, famoso en todos los bares y burdeles de la ciudad y excepcional y voraz amante. Al morir éste, a causa de sus excesos, su esposa decide casarse nuevamente; Teodoro, su segundo marido, es la antítesis del primero Farmacéutico de profesión, cuarentón, disciplinado, austero y decoroso, siempre se preocupó por llevar una vida impecable. Al cumplirse el primer año de convivencia con Teodoro, y para zozobra de doña Flora, el travieso espíritu del encantador Vadinho reapareció con la misma exaltación sexual de antaño. La matrona se verá ante el dilema de elegir entre resistir los impetuosos apetitos de su primer marido y mantenerse fiel al segundo o consentirlos; finalmente, él también era su esposo.
Así, optó por la segunda opción que le proporcionaba la formalidad de Teodoro y la dicha infinita que le proveía Vadinho. Resulta imposible pasar por alto otro rasgo muy destacable y siempre presente en la obra de Amado: las artes culinarias y el deleite para los sentidos que ellas suponen, siempre en fuerte vínculo con el erotismo y la mitología local. La novela transcurre en los años 30 en el ciudad de Salvador emplazada en el estado de Bahia,en Brasil. Dona Flor era una mujer joven morena, de aspecto vistoso, graciosa, de carácter jovial que se caso con un hombre joven blanco, rubio, pero un total inservible rumbero, carnavalero, hipersexualizado e infiel como un picaflor llamado Vadinho. Siempre se le podía ver vistiendo tan solo pantaloncitos, el pecho siempre desnudo como lo describe Jorge Amado. Sin embargo, Flor y Vadinho parecían en solo ser compatibles únicamente en el lecho conyugal y el juego del sexo, sin embargo,.Cualquiera podia notar que fuera de la cama, no había nada mas en común Uno era el fuego ardiente; el otro era pétreo como el fuego del hielo. Mientras Dona Flor trabajaba como profesora culinaria en su propia casa, Vadinho se vanagloriaba con su fama de picaflor ; no hacia otra cosa que adular a las vecinas, transeúntes, y lisonjera a cuanta falda le pasara a su lado. Pero Dona Flor lo perdonó siempre porque "era bueno en la cama" y "porque era rubio y guapo".
Dona Flor siempre apareció a través de la visón de Amado como una madre indulgente que siempre perdonaba las mil infidelidades de su guapo esposo solo por orgullo ,el que dirán y su familia que nunca consintió tal unión .Dona Flor apareció en todo momento como una mujer acomplejada por la coloratura de su piel oscura o por su origen humilde o por la forma en que toleraba las humillaciones de las cuales era objeto por parte de Vadinho; hasta que un día durante carnaval, Vadinho fallece en medio de la comparsa disfrazado de mujer y es a partir de ese momento, es cuando empieza la tortura de Dona Flor que lo añora en el lecho por las noches. Doña Flor nunca aceptó la muerte de Vadinho y pronto empezó a soñar que lo veía en espíritu por ahí .Y tanto desear ver el soplo de su esposo fallecido su deseo se materializó: Vadinho regresó como espíritu deambulando por la casa, pellizcando o alzándoles la falda a las estudiantes de su amada, moviendo cosas y hasta asomándose en el lecho de Flor tal como lo habìa hecho tantas veces en vida. Las visitas del espíritu de Vadinho terminaron volviéndose tan reales que casi acabaron por volver loca a la pobre mujer. Sin embargo, afortunadamente, la protagonista de la obra de Amado pudo llenar sus momentos de ocio con sus lecciones de cocina bahiana, dando detalles de su elaboración cuidadosa, nombres, especias. Teodoro era fiel, organizado, el amor hacia Flor era sosegado, maduro y paternal. Algo que Doña Flor jamás había conocido con Vadinho. Ahora ella parece ser feliz, pero el recuerdo de Vadinho siempre la perturbó y supo que nunca podría olvidarle mientras viviese, aun cuando estuviese casada con otro
No hay comentarios:
Publicar un comentario