martes, 30 de octubre de 2012

"18 horas con Tejero", de José García Pérez

18 HORAS CON TEJERO.
GARCIA PEREZ, José.
Editorial Algazara. Málaga. 1997.
135 pp.

Reseña de Magda Robles

¿Quién no asocia de forma automática un disparo y el famoso “¡Se siente, coño!” al tricornio y el bigote de Tejero? Reconozco que mi recuerdo es un tanto pueril, ya que era muy niña cuando se produjo el asalto al Congreso de los Diputados aquel ya lejano 23 de Febrero de 1981 (23-F como coloquialmente lo llamamos), y conocí más el suceso por unas sevillanas cargadas de sorna que tarareaba en casa, que a través de cualquier otro medio. Por eso temía enfrentarme a este acontecimiento novelado de José García Pérez. Mi poca sapiencia en materia política e historia reciente, parecía indicar que me sería difícil de digerir esta pequeña obra. Pero qué equivocada estaba…

“18 horas con Tejero” es la particular e íntima crónica, “medio en broma, medio en serio, o sea, con humor angloandaluz”,  de quien vivió aquel suceso en carne propia. El protagonista es el propio autor,  José García Pérez, figura política andaluza, representante en el Congreso de los Diputados, pero lo más importante, persona que vio como su vida se quedaba en suspenso durante tan largas y difíciles horas. Ahora es fácil opinar (y obviamente visto desde fuera) sobre lo que pasó, o lo que pudo haber sido, pero no lo es tanto el ponerse en la piel de los que vivieron aquel encierro. Sin embargo, la maestría de José a la hora de narrar hace que durante las breves horas que dedicamos a su lectura, seamos uno más de aquellos secuestrados, mientras comparte con nosotros hechos y anécdotas de una manera sencillamente adictiva.

Con una prosa ágil y cargada de ironía, (en ocasiones hay incluso que dejar escapar la carcajada), somos testigos no solo de los acontecimientos históricos a través de los ojos de nuestro protagonista, sino también de sus pensamientos y conclusiones sobre lo que está experimentando: impresiones políticas y personales sobre personajes y situaciones pasadas y posteriores al golpe llenarán las páginas, que son ahora símbolo de los minutos que transcurrieron durante aquellas horas de encierro.

La mente humana es un río sin cauce, máxime en situaciones de grave tensión, por lo que no es de extrañar que al bucear en su memoria, el protagonista pase de relatar el hilarante golpe literal y físico de grandes figuras políticas al tirarse bajo los escaños, a recordar las enseñanzas paternas sobre la guerra “incivil” española, enlazándolas con el desasosiego ante una posible amenaza a la familia dejada en Málaga, y el temor sobre qué estaría pasando más allá de las paredes del congreso. Leemos la amarga decepción ante la actuación (o no actuación) de ciertas fuerzas sociales y personajes cercanos, mas también las aventuras sufridas para poder ir al baño, o su personal reconstrucción de cómo se habría preparado el intento de golpe de estado. Incluso hay breves capítulos llenos de pinceladas poéticas, desvelando otra de las facetas del autor, como ocurre con “El final”.

Y ya que del final hablamos, y puesto que no quiero desvelar en exceso su contenido, tan solo me queda decir que esta novelita ha sido hoy por hoy una de mis mejores clases de historia. No solo me ofreció datos, sino ratos (y algunos francamente buenos), o lo que es lo mismo: experiencias y situaciones que al hacerla más cercana, también la han convertido en real. Y creo que ese es el mejor toque que a una historia, y a la historia, puede dar un verdadero maestro.


3 comentarios:

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  2. Teniendo en cuenta la calidad del artículo, dan ganas de echar el guante al libro de José García Pérez y leerlo con avidez. Siendo un enamorado de la investigación en la materia de historia, pienso que muy pocos se atreven a contarla con naturalidad. Borrando de la mente del común de los mortales, aquella funesta idea de que aprender historia, se basa en memorizar nombres y fechas. Es mejor contar los acontecimientos con la pasión de quienes lo vivieron, la empatía es primordial a la hora de entender sus inquietudes o las consecuencias de sus actos. El sentido del humor, cuando procede de una mente privilegiada, contagia y hace más digerible los hechos más dolorosos. Un escritor tenaz es aquel que se atreve a relatar sus vivencias. Aunque éstas le hallan podido marcar a fuego, por la importancia y transcendencia. Se antoja épico.

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