Mi padre lleva enfermo mucho tiempo, suerte que tiene quien le cuide, mi madre. Cada mañana y cada noche le sube a la habitación un vaso de leche con su medicina. Él apenas habla y tampoco escucha. A mí nadie me explica qué sucede, pero creo que se va a morir pronto porque yo cada día lo encuentro peor.
Mi madre dice que es por culpa del alcohol que le ha reventado el hígado, pero yo sé que eso no es verdad. En casa no tenemos una sola gota de alcohol. Mi madre en un arrebato lanzó a la basura todas las botellas de mi padre que encontró en casa, y creedme, fueron muchas.
Sé que mi madre ha dejado de quererle. Cuando subo a verlo le hablo de Laura, Laura es mi muñeca y mi mejor amiga, tiene un brazo roto porque el bruto de Andrés se lo arrancó cuando abrí la puerta de la habitación sin permiso y lo encontré desnudo encima de mi madre.
Cuando estoy a solas con papá, le cuento cosas del cole, pero él no me oye, y si lo hace, nunca me responde. Mi madre guarda la medicina bajo llave en un lugar secreto, yo la vigilo y sé donde la esconde.
Cuando la compró y la trajo a casa, la vertió toda en una botella vacía de licor. Andrés no me gusta, maltrata a Laura y no me cae bien. Sé que por las noches se queda en casa y duerme con mi madre.
Ellos creen que no los oigo, pero escucho grititos de ella, creo que le pega. La tonta de mamá quiere que sea amiga de Andrés, ¡Jamás lo seré, no mientras no me pida perdón a mí y a Laura!
Una tarde que estaba en la habitación con mi padre haciendo los deberes del cole, sonó el timbre de la puerta. Mi padre ni se movió, como siempre, ya os he explicado que no oye nada y que permanece inmóvil en su cama. Esta todo el día mirando el techo sin mover un solo músculo. Baje con Laura y aunque mi madre me tiene prohibido abrir la puerta si ella no está en casa, lo hice, porque ese bruto de Andrés empezó a aporrearla y me entro miedo, pensé que la rompería. Sé que venía borracho, echaba peste a alcohol.
Como os decía, Andrés entró en la casa y empezó a abrir armarios y cajones como un loco buscando licores, por si acaso yo encerré a Laura en mi habitación, estaba tan asustada como yo, si Andrés la veía, seguro que le arrancaba el otro brazo. Se puso muy pesado y me zarandeó por los hombros. Quería beber un trago, decía, pero yo le respondí que mi madre lo tiró todo a la basura cuando mi padre empezó a enfermar. Me arreó un sopapo y me dijo que era mentira, que tenía que haber algo es esa casa tan grande.
Entonces recordé donde guardaba mi madre la medicina de mi padre, fui corriendo y se la traje, él la agarró de un manotazo y empezó a reír con una risa que me daba miedo. Se fue a la cocina y cogió un vaso con hielo, lo llenó hasta arriba del todo, casi que no le deja medicina para mi padre y se lo bebió de un trago.
Apenas se había separado el vaso de los labios cuando empezó a gritar como un perturbado y a echar espuma por la boca. Se cayó al suelo y se llevó por delante un jarrón de mi madre que se hizo añicos. En el suelo empezó a moverse agitadamente, creo que le llaman convulsiones, seguía escupiendo espuma por la boca, pero solo fue un segundo porque se quedó ahí tirado sin decir nada.
Mi madre llegó en ese instante, cuando vio a Andrés en el suelo me zarandeó como antes lo hiciera su amante. Yo le dije lo que había ocurrido, que no había tenido más remedio que darle la medicina de papa para que me dejara tranquila. Se quedó paralizada, miró el vaso con hielo, el jarrón hecho añicos y el cuerpo inerte de Andrés. Luego tomó la botella de medicina de mi padre, todavía quedaba un poco y la tiró a la basura. Se quedó mirándome intensamente, meditando, yo le mantuve la mirada y le sonreí. La dejé sola en el comedor. Mientras subía a mi habitación, notaba como me observaba por la espalda. Me contemplaba con asombro y miedo al mismo tiempo. Se ha dado cuenta de que yo lo sé todo.
Andrés era un maldito borracho como mi padre, se lo tuvo bien merecido, si hubiera sido más amable conmigo y con Laura, yo nunca le hubiera dado esa medicina que poco a poco va acabando con la vida de mi padre.
Autor Amando Lacueva
© Obra registrada 2011
Reservados todos los derechos.
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