martes, 18 de octubre de 2011

Porqueriemas, de Guillermo Escribano Morales.

Colección: El club Comicón.
Año 2011.
Rústica con solapasPáginas: 77.

 Reseña de Ignacio Fernández, crítico y escritor

Cómo escribir sobre un extraterrestre sin que se me despeguen los pies del suelo
    En realidad es inmenso y se conforma de física humana pero su mente es inequívocamente extraterrestre. Dan ganas de saber dónde aparcó el OVNI, por aquello de librarle de las multas de la ORA, porque además es un E.T  que inspira ternura aún siendo él un tiarrón con dos bemoles y de conciencia recta con nobles sentimientos… lo que le hace doblemente extraterrestre; de ahí los dos bemoles y el doble cerebro que parecen funcionar dentro de él.

Algunos podrían discutir tales orígenes galácticos y resumir estas lucubraciones mías aseverando la genialidad de Guillermo, aun consciente de que mis sospechas son fundadas porque le veo rodeado de un halo de divismo genial, sí, pero supramundano… Además, la fenomenología no engaña siendo, por añadidura, Guillermo Escribano Morales un fenómeno de su santa madre y un fenomenal indicio de la realidad de los espíritus evolucionados más allá de la ralentizada progresión genética de una Humanidad con tendencia al frenazo en seco, allá donde él acelera sus partículas pensantes con una ductilidad maravillosamente sorpresiva. Fenomenalmente redundante, quiero decir.

  Somos los demás los que tendemos a ubicarlo en el Olimpo del ingenio, pero lo cierto es que si los príncipes no pueden disimular la sangre azul, Guillermo, nuestro extraterrestre favorito, tampoco disimula su sangre verde fosforito y en sus letras esta virtud indisimulada se hace fehacientemente asertiva.

Porqueriemas es un alarido silencioso de protesta universalizada, pero también podría ser un silencio ensordecedor de universalizada (eso siempre) protesta ante un mundo que no está hecho a medida de almas trascendentes como la Escribano Morales; allá donde lo mundanal se empequeñece tan distraído en los errores que sólo cabe el contexto del humor para hacerlo pasar por benigno. Con todo dulcificarnos porque en la visceralidad de esta Literatura, magnificada por la sensibilidad humorística de Guillermo, hallamos lo humano de un ser que acostumbra a disimular su grandeza con el valor humilde de una hilarante genialidad al servicio de nuestras motivadas sonrisas.

 Guillermo posee la virtud inherente a las grandes personas que es alegrar la vida de su entorno y aportar inteligencia sublime ante las manidas ocurrencias de quienes ya no saben ni reírse de sí mismos, siendo en maestría este autor un reidor de su propia vida para animarnos a reír de las nuestras propias; comprometernos con la paciencia ante los desgarros y salir airosos de la contienda de la existencia victoriosos, alegres, trascendentes y más humanos… paradójica humanidad tratándose de Guillermo,-del que no sabremos dónde ha aparcado el OVNI porque no lo dice- quien sabe disfrazar de sutilidad escatológica la dulce perseverancia de sus sensibilidades superiores.

Ante todo, Guillermo es un sentidor sin ninguna noción de prudencia, no porque ejerza la imprudencia sino porque es genuino, hilarante, trascendente, sutilmente radical y radicalmente sutil; todos estos dones en un mundo con tendencia al solapamiento es toda una declaración de intenciones ennoblecidas, magistrales, excelsas, y, para qué engañarnos, por todo ello, imprudentes. Guillermo es un ingenio sentidor que aplica la veracidad pensante para convertir su expresión escrita en un tesoro incorriente y ciertamente necesario.
   Es de necesidad aprehender la reflexión “escribana” del Morales… nuestro E.T favorito. Es necesario aprender de sus excelencias inequívocas y reír mansurrones ante la benevolencia de su pensamiento sentidor con el que sentirnos más humanizados, universalizados en la consigna de la risa… identificados con la sensibilización del ingenio sin parangón, para contagiarnos de la imprudencia y reírnos de nosotros mismos en este mundo tan proclive  a la desastrosa dignidad de lo políticamente correcto.

Las dádivas de Porqueriemas son ambrosías, incluso de tendencia escatológica, porque nada es lo que parece con la cultura mayor contextualizada en el sentir de lo humorístico, con la intimista proyección de una moral dignificante que arremete contra la hipocresía mundanal llevando rúbrica ingeniosa de un alma tan superior en su condición pensante como humilde en su diversificada grandeza. Porque así es Guillermo Escribano Morales y no podía ser distinto con su obra, una extensión de su exquisita opulencia personal imbuida en setenta y siete superlativas páginas que bien podrían haber estado escritas sobre rollos de papel higiénico… superando con mucho en contenido la baladí disposición de un mundo demasiado proclive a ensalzarse por una seriedad que Guillermo deja en evidencia inspirándonos una inmensa sonrisa.

Si inusitadas son las obras editadas por LápizCero ediciones, en Porqueriemas tenemos la joya de la corona que luce elegantemente Guillermo.

En Porqueriemas la belleza es un inefable modo de convertir los fondos más inusitados en las formas más allegadas a la ironía, a la sardónica complacencia en la denuncia; de provocar  a nuestro discurrir como lectores de una avanzada prosística que inspira y sugiere con la cierta sensación de captar la sustancia magnánima de un pensar privilegiado.

Subtitulada esta obra: ”Con el rabo entre las piernas” se nos hace elemental la disposición capitular estando su índice organizado en las siguientes partes:

1- Una pierna.
2-El rabo.
3- Otra pierna.

… y es que Guillermo Escribano nos viene a decir que si nos complicamos la vida es porque queremos; con lo fáciles que son las cosas…

Seguiremos sin saber dónde aparcó el OVNI, pero sírvanos Porqueriemas para intuir lo lejanos que están los orígenes de este ser maravillosamente mordaz y sensible que es Guillermo Escribano Morales, mi ET favorito.

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