jueves, 29 de septiembre de 2011

Relato de un Náúfrago, de Gabriel García Márquez

Relato de un Náúfrago
Aiutor: Gabriiel García Márquez

Reseña escrita por Fernando Pineda

Aunque popularmente conocida con este título recortado, el título de esta obra, mucho más extenso, resume irreprochablemente la historia: Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre.

Divulgado por entregas en El Espectador de Bogotá en 1955 y más tarde editado en libro (en 1970), más que una novela, es un reportaje periodístico que da cuenta de un suceso real. El 28 de febrero de 1955 se propaga la noticia de que una tormenta en el mar Caribe ha hecho zozobrar al destructor Caldas, de la marina de guerra de Colombia.Un contingente de hombres experimentados se lanza a la búsqueda de los náufragos sin embargo, transcurridos pocos días donde los esfuerzos por rescatar a los náufragos resultaron inútiles y los marineros perdidos fueron declarados oficialmente muertos. Sin embargo, una semana después apareciò vivo uno de ellos. Luis Alejandro Velasco permaneció diez días, sin comer ni beber, en una balsa sin destino.

El renombre inmediato rodea al náufrago, un muchacho robusto, de veinte años, "con más cara de trompetista que de héroe de la patria".El sobreviviente visita un día la sala de redacción de El Espectador de Colombia; fue alì entonce donde propone a un joven periodista referir la verdadera historia del naufragio, sin las distorsiones del oficialismo ni los manipulaciones de la propaganda.El joven periodista no era otro que Gabriel García Márquez. "En veinte sesiones de seis horas diarias – señalò el futuro autor de Cien años de soledad- conseguimos reconstruir el relato apretado y verídico de sus diez días de mar. Era tan detallista y apasionante que mi único inconveniente literario sería alcanzar que el lector terminara creyéndolo." La historia se publicó en catorce días consecutivos,, y el éxito resultò vertiginoso. A lo largo del diálogo muchas verdades se pusieron en evidencia, y el relato de aventuras se convirtió rapidamente en denuncia política que estremeció al país, costò la gloria y la carrera al náufrago y condenò al exilio al entonces joven periodista...Con impecable técnica literaria y profesional estilo noticioso, García Márquez relatò un suceso sucedido a un marinero de la armada colombiana La historia, revisada concienzudamente por el escritor sudamericano en primera persona a partir del testimonio del protagonista, fue estratégicamente atribuida a éste en la prensa y sólo certificada tras el formidable éxito de Cien años de soledad.

El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas se desplomaron al agua a causa del contrabando que abrumaba con su peso al buque frente a los bamboleos del viento en mar gruesa. Aunque el gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla adujo que el naufragio se motivò por la inusitada fuezas de una tormenta en el Caribe, lo cierto es que nunca existiò tal tormenta y que la apatía fue la única responsable de la catástrofe. La acusación supuso el cierre del periódico, la caída en desgracia del marino y el destierro de Gabriel García Márquez en París.El destructor Caldas y su tripulación habían permanecido ocho meses en el puerto de Mobile, Alabama, como consecuencias de las reparaciones que se verificaban en el buque.

Como presume el tópico, el marinero Velasco dosificaba su ocio entre su nueva novia, Mary Address, y diversos hábitos para matar el tiempo con sus camaradas, como las broncas a puñetazos o las salidas al cine. Viendo la película El motín del Caine, los marineros colombianos advirtieron cierta inquietud ante las escenas de una tempestad. Como si de un presentimiento novelesco se tratara, Velasco guardaba recelos sobre el inminente regreso del destructor a su base en Cartagena. A unas doscientas millas del puerto, la sobrecarga situada en la cubierta del buque se desprendió a consecuencia del viento y del oleaje arrastrò al agua a ocho marineros. El infortunio quiso que Velasco fuera el único que alcanzara a nado una de las balsas lanzadas por el destructor.

Inerme, nada pudo hacer por sus compañeros, que se ahogaron a pocos metros de donde él estaba. Entre tanto el buque de guerra continuaba su rumbo sin detenerse (llegó a su base con puntualidad), el náufrago aguardò infructuosamente que le rescataran con rapidez. En una balsa a la deriva, privada de víveres, en compañía de su reloj y tres remos, soportrò durante diez días la sed, el hambre, los peligros del mar, el sol calcinador, la desesperación de la soledad, la locura, solamente con su instinto de supervivencia. Aunque los aviones colombianos y norteamericanos de la Zona del Canal pasaron muy cerca de él, no llegaron a encontrarlo.

Después de comprender que nadie podría ayudarle, y aun cuando anheló la muerte para dejar de sufrir, resistió contra todo pronóstico a las condiciones adversas. Aunque cazó una gaviota no pudo llegar a almorzársela, y los tiburones le arrancaron un pez verde de medio metro que llegó a atrapar y del que sólo probó dos mordiscos. Tampoco consiguió desintegrar sus botas ni su cinturón para sosegar el hambre, ni la lluvia hizo acto de presencia para consentirle beber. Se entretuvo en patentizar, en su reloj, cómo el tiempo transcurría inapelable, y por las noches, en una especie de alucinación formado por el recuerdo y el espanto a la soledad, conversaba con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés.El naufragio de Velasco representò una conmovedora experiencia de la soledad, tema predilecto en la literatura de Gabriel García Márquez.

No es que el náufrago ocupara las largas horas de su tribulación en la reflexión, dada la urgencia de su situación y el delirio al que lo sometió. Sin embargo, sí fueron horas consagradas a la experiencia de sí mismo, a la vivencia de la realidad a partir de los instintos más primarios y de los sentimientos más humanos.Tras mantenerse vivo a una tempestad durante el séptimo día de deriva, Velasco aseverò: "Después de la tormenta el mar amanece azul, como en los cuadros". Con el reconocimiento valiente del periodismo, componiendo la odisea del marinero, Gabriel García Márquez se esfuerza inexcusablemente en hacer creíble una realidad que de tan asombrosa y escalofriante pudiera parecer imaginaria.

Los bríos del escritor colombiano por restituir al mundo de la ficción lo que a primera vista es poco verosímil fundamentan su estilo. Si sorprendente resulta la aventura del náufrago, también es asombroso su final. Cuando Velasco vio tierra, aún tuvo que alcanzar la playa a nado para no precipitarse contra unos acantilados; tuvo que batallar contra las olas que le devolvían al mar, tuvo que relatar su historia a campesinos recelosos que ignoraban la noticia del naufragio, y durante dos días, toleró que le trasladaran en una hamaca como una sugestión de feria por territorios rústicos, hasta que por fin tras ser auscultado por un médico, èste le permitió alimentarse normalmente. Galardonado por el presidente de la República con importantisimas condecoraciones, acumulò bastante dinero con la publicidad, derrochò fortuna y acabó sus dìas trabajando como oficinista en una empresa de autobuses.

4 comentarios:

  1. bueno este reportaje me parece muy bueno porque a los niños que les interesa esto aprenden más y dan sus explicaciones mas claras acerca de esto.

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  3. pense que era una reseña y no una opinion :3

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