viernes, 15 de julio de 2011

Días de hielo y fuego, de Rocío Ordóñez

Título: Días de hielo y fuego

Autora: Rocío Ordoñez.
Editorial: Mandala&LápizCero
Encuadernación: Rústica con solapas.
Páginas:375.
Año:2010 

 


 Mandala y LápizCero Ediciones 2010

           El valor universal del propósito en el amor.

De la meritoria adquisición de valores personales en esta autora con dominio de las Letras- Rocío Ordoñez es una versada conocedora de las muchas y variadas Artes como la música, pintura, poesía, literatura y la política - se origina un semillero de talento desparramado generosamente en un libro cuya calidad narrativa es toda una garantía del reflejo de una etapa histórica absolutamente pasional; mucho de ingenio se describe en cada pincelada literaria con un gozo lector que se acrecienta durante las vicisitudes históricas a las que asistimos como privilegiados testigos. En Días de hielo y fuego somos conocedores de personajes emblemáticos con los que se familiariza esa nobleza y dignidad de los valores humanos a ultranza que son de quien los inspira sobre el papel.

Con Rocío Ordoñez, se cumple la premisa de los óptimos escritores que dejan una impronta del alma para allegarse a la consciencia lectora que capta la originalidad y el carácter literario, el cual  convence por la conjunción de atractivas tramas bien resueltas y con aval argumentativo en la línea histórica que se describe con exacto reflejo.
Como toda buena obra, estas líneas se demarcan con el espíritu de una escritora que comunica, más allá de la apariencia de la ficción, una esencia real de la realidad histórica que recrea magistralmente. De ahí la resuelta labor de documentación que nos transporta eficientemente a los años de la Revolución Francesa con caracteres genéricos de la época como los sans cullotes, realistas, girondinos y jacobinos, la Asamblea y las convulsiones socio políticas propias de la República hasta el Termidor, en la que los personajes se implican en primera línea acompañados de personalidades de la época. Tal es el caso de Robespierre, Sant Just  y el mismo Marat asesinado por su amante realista Carlota de Corday .

La continuidad histórica es el acompañamiento de los personajes que se ven envueltos en momentos decisivos durante la España pre-napoleónica  o la guerra de Rigaud Louverture, nativo que consiguió expulsar a los ingleses y unió a los milicianos de Haití para enfrentarse contra los franceses en busca de la independencia. Apariciones de personajes históricos como Henri Cristophe (Henri  I) se muestran en la misma línea de la ficción para acometer el papel real que desempeñaron en su momento.

Mercados de tratantes de esclavos, el vudú propio de aquellas tierras, los conflictos de los plantadores con las revueltas nativas, quedan fidedignamente representados en la segunda parte de esta excepcional novela de la que se adivina el frugal trabajo de estudio y documentación.

Tanto en la primera parte de la Revolución Francesa con inclusión de la Toma de la Bastilla, como en la segunda, la continuidad de la exactitud es una característica encomiable que convierte las líneas en auténticos tratados de Historia.

Las implicaciones históricas enlazan magistralmente con la línea argumentativa de una imaginación trascendida hacia la temática del romanticismo sin tintes sensibleros ni soluciones fáciles de emociones recurrentes; el romántico desempeño argumentativo como eje de esta novela visceralmente aventurera, entronca con el drama de las pasiones humanas que tan pronto se originan de las propias conveniencias circunstanciales , como derivan en profundos impulsos de un desentendimiento aparente cuanta mayor es la exaltación de las emociones que se profesan.

Los protagonistas de esta historia de épicos rasgos son Julie y Raoul, quienes habrán de vivir en el laberinto de un tiempo que hermana con la tragedia y la fortuna del mismo modo que se entremezclan los celos, la traición, la confusión de intenciones ante la deslumbrante certeza de un amor invicto pese a la apariencia de la derrota y la desazón de las amarguras temporales.

Los nobles valores son representados por entrañables personajes del que cabe destacar la primordial influencia de Pascal Benoit que aporta hilaridad y un humor sostenido durante toda la odisea.

Contrasta con la historicidad argumental la narración, por medio de narrador omnisciente, en tiempo presente que da agilidad y ritmo coordinante con todas las emociones sustanciales que los personajes parecen experimentar en tiempo real. Todo un acierto para canalizar la intensa aventura excelentemente clarificada durante  las 375 páginas que comporta Días de hielo y fuego, en un índice conformado por los llamados 4 elementos: Hielo, Tierra, Fuego y Viento.
    Perfectamente seleccionada la estructura que es muy acorde con el contenido pues la suma de las muchas actitudes de las ambiciones y valores de lo humano se conjuga en una miscelánea de sensaciones que nos lleva, como una brisa de temporalidad, por las fases de la vida de unos personajes nacidos para sentir en extremo una existencia arraigada en los sentimientos y los peligros.

La trascendencia de las circunstancias, en ocasiones desborda la previsibilidad de la narración con sorprendentes descripciones que no sólo pertenecen a los destinos terrenos, sino que también se demarcan en la vida del espíritu  y el esoterismo con la práctica de ocultistas aspiraciones que también influyen sobre los protagonistas, aportando una originalidad sorprendente y que impactará al lector en sus últimas páginas.

Así pues, con tantos elementos consolidados de amenidad literaria, Días de Hielo y Fuego es una constante gratificadora con capacidad para trascender en el deleite de estas páginas que abarcan hechos históricos dispares, esenciales y corolarios, en numerosos lugares donde habitaron personajes acreditados de esa importancia universal que avalan las emociones de la lucha visceral por la supervivencia, en un entramado de sentimientos canalizados por ambiciones sin faltar nunca la honestidad arraigada de sus héroes intemporales en la virtud de los propósitos ennoblecidos. Una lid del Bien contra el Mal, de universal raigambre, que Rocío Ordoñez ha convertido en un sorpresivo y valioso ejercicio de calidad literaria.


Ignacio Fernández Candela
   Escritor-pintor

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