Habitando el desierto
Josefina Vicens
El libro vacío/Los años falsos
México, Editorial FCE,
2010, 331 pp.
ISBN 978-968-16-7895-1
Habitar el desierto de la página en blanco es la aventura favorita de todo escritor. A esta aventura Josefina Vicens se arroja en El libro vacío, con un peculiar recurso: se vale de un personaje (José García) que hará las veces de autor de una novela aún no escrita, y al tiempo que este personaje cuenta las dificultades que le representa lograr tal tarea, las páginas se van llenando como sin querer y de pronto el lector ya ansía saber más acerca de la vida de este hombre.
Publicado por primera vez en 1958 por la editorial EDIAPSA, y ahora en conjunto con la segunda novela de la ya mencionada escritora mexicana, que fue escrita veinte años después (Los años falsos), El libro vacío es un juego retórico llevado a su máxima expresión que incluso llega a convertirse en una invitación a ejercer ciertas reflexiones literarias; por ejemplo, ¿un escritor es quien escribe una obra trascendente? Augusto Monterroso asegura que “el verdadero escritor no deja nunca de escribir; cuando deja de hacerlo dice que lo pospone. En estas posposiciones puede pasársele la vida.” Con esta afirmación, José García, que es Josefina Vicens (pues ella acepta: “en la novela yo le di a José García mi problema”), sería un verdadero escritor; sin embargo, según Blanchot, “el escritor es el primero en engañarse, se engaña en el momento mismo en que engaña a los demás”, y aquí se separa el autor del personaje: José García no nos miente; con un lenguaje natural y directo nos confiesa su mundo (el mundo) y nos hace cómplices de su vida. Vicens, al crear un personaje con un contexto, una familia, situaciones, etc., nos engaña y nos hace creer que mientras vamos leyendo, estamos en espera de que aparezca ante nuestros ojos esa literatura deseada por el escritor ficticio, siendo que ya ha pasado por nuestra atención, palabras atrás, ese habitar colorido del desierto.
Una novela reflexiva más que estética; con pocas líneas que hacen la excepción, no es un homenaje al lenguaje, pero sí al ser; es una novela sin técnica y con arte.
Victor Lovera S.
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