Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788408096214
Nº Edición:1ª
Año de edición:2010
Plaza edición: BARCELONA
Reseña de José Manuel Prado.
Acabo de leer el nuevo libro, que no el último, que ya está en proceso de escritura, de Marta Rivera de la Cruz, titulado, Sombras. Una novela con protagonistas adolescentes, lo que ha conducido a catalogar la novela como juvenil. A tenor de los héroes que pueblan la novela y de los hechos que se cuentan, que se catalogue de juvenil, no tiene reparo. Una adolescente sale de su coma y se encuentra con la separación de sus padres y la ingratitud de su mundo. Estos hechos la empujan a abandonar su lugar de residencia habitual y recomenzar su vida, junto a su madre, en un nuevo lugar, donde todo es ideal. Pero el coma ha provocado en la protagonista una capacidad de leer sentimientos de los otros, y ha visto la desgracia que en el pueblo anida y está latente. Con la ayuda de otro adolescente y de su abuelo, descubrirá cuál es la desgracia y la solventará. Una novela de adolescentes que sienten la orfandad en la que las deja el mundo cuando pierden la figura paterna y la materna se aleja, y todo pierde la identidad.
Sin embargo, a un segundo nivel de lectura, hallamos sorpresas. La novela irrumpe de repente con un suceso intempestivo e inesperado, que da paso a la protagonista en coma, que da paso a su impropia huida a una ciudad ideal, con la incompatible compañía de su madre. Allí encuentra a Víctor, su complemento real, y al abuelo de Víctor, que va a oficiar como Urano, el dios del cambio, siempre en su sótano. Y aquí encontramos la gran sorpresa: Valeria va a desenvolver su personalidad, cambiando, a través del abuelo de Víctor, en sus dos conversaciones rápidas. Lo sabemos por lo siguiente: cuando Valeria habla con el abuelo de Víctor y realizan entre ambos el primer desenmascaramiento, a continuación se atreve a desenmascarar el mundo ella sola. La escena es breve y sin transcendencia: halla unos pelos de perro en el parachoques del transporte del que, a la postres, será el asesino, y se atreve a recogerlo por sí misma. Además, sabe que con este gesto ese mundo ideal donde ha aparecido, retoma a su verdadera identidad, al igual que ella misma.
Así que la novela nos quiere decir realmente que la identidad como personas adultas no la adquirimos de los padres, sino del abuelo, ese Urano/Hermes, lleno de sabiduría y que con la misma, nos da el atrevimiento primero, incluso para la equivocación. Esta lectura nos obliga a abandonar por un instante su clasificación registral entre las novelas juveniles y ampliar su descripción como de obligada lectura.
Según iba desentrañando cada frase de la novela, cada vez más la historia me retrotraía a otra historia, la de una película de pánico, Recuerda, de A. Hitchcock. Precisamente, a partir de la entrada de Valeria y su madre en Bline, que se parece al sueño/pesadilla daliniana en la que se introduce Bergman/Peck, donde la idealidad de la dirección del sanatorio conlleva una ocultación siniestra. Bline es una idealidad de vida que oculta la pesadilla de un asesinato, en el que Valeria va a llenar la oquedad paternal al solventar esa pesadilla por sí misma. Bline no tiene porque existir en la realidad, porque representa esa capacidad que tenemos todos de afrontar nuestras propias orfandades, cambiando, enfrentándolas, por nosotros mismos. De ahí que el final de la novela no coincida con la reconciliación de la madre, sino con la decisión del nieto de Urano/Hermes, de permanecer en Bline.
Novela ágil, de lectura ensimismante, que transcurre en el instante mental de la lectura, como ensueño y realidad a un tiempo. Novela de situaciones intempestivas, lo que provoca el suspense en la lectura. Novela de reconversión, de la orfandad que nos desorienta a la racionalidad adulta por la participación de Urano/Hermes, esa divinidad del cambio, que nos obliga a ver lo que hay “cismundanamente”, actividad que realiza Valeria conjuntamente Víctor, en el más acá del más acá, intravitalmente.
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