martes, 9 de febrero de 2010

Trazo blanco sobre lienzo blanco, de Francisco Legaz



(Obra finalista del I Premio Irreverentes de Novela)
Ediciones Irreverentes. Año 2008
ISBN: 978-84-96959-12-5.
237 páginas.

Reseña de: Manuel Cortés Blanco.

Vivir e imaginar son dos de las tareas más importantes que debe ejercer todo escritor. Vivir para sentirse humano, para no dejar nunca de ser persona, para emocionarse ante una sonrisa o sorprenderse cualquier tarde de verano. Imaginar para convertir en palabras tales vivencias, para tener una excusa que justifique su insomnio, para realizarse en esa vocación maravillosa que tampoco sabes si elegiste o te eligió.
A veces la frontera entre ambos verbos no resulta tan nítida como cabría esperar. Son miles los autores que narran tal cual viven y los hay mucho más raros que viven según redactan. En mi caso creí estar siempre entre los primeros, aun reconociendo que con frecuencia acostumbra a adelantarme lo que escribo.
Sumido en ese debate llega a mis manos la novela “Trazo blanco sobre lienzo blanco” del escritor Francisco Legaz. En ella cuenta una historia aparentemente sencilla: la de un hombre cualquiera, sin mayores pretensiones, que decide escribir una novela por la que todos podrán recordarle. En este proceso compartirá su aventura con otro escritor que le contrata, con una amante, con varios viajes, con esa realidad que irá poniendo color a cuanto crea.
Sin embargo, y a pesar de tantos sueños, descubrirá que con frecuencia la vida se empeña en seguir siendo inmaculada. A través de un estilo tan original como logrado, esa trama va creciendo a dos niveles que se entremezclan con maestría: el de la realidad y el de su ficción. Aquel hombre deposita cuanto siente en la protagonista de su obra: el miedo, sus ilusiones, las esperanzas, tu salud, mi enfermedad, su frustración... para acabar implicando en ese juego creativo al último eslabón de su proyecto: el mismísimo lector.
Desde la persona y el personaje, Legaz se atreve a hacer un recorrido por el alma humana. Disecciona amores y amoríos, la soledad en sus mil formas, el pavor ante el éxito o el fracaso… consiguiendo, además de una historia que conmueve, unos protagonistas con una gran carga psicológica. Su gusto por los viajes, la música detallada y esa selecta literatura enmarcan el escenario donde todo sucede. Por ello, “Trazo blanco sobre lienzo blanco” no es sólo una propuesta narrativa. Es una novela que sorprende, que gusta, que ilusiona… sin ocultar las dificultades que a veces conlleva cualquiera de nuestras vidas: la escrita o la imaginada.

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