jueves, 31 de enero de 2013

LA CÁRCEL DEL MAR, DE ROSA MARÍA NADAL

LUNA CRECIENTE

(...)Es mi sombra, lo veo en otros ojos, 
al cruzar un extraño oigo su voz
y lo respiro por los plataneros
del río cuando la luz de septiembre
es milagro entre las nubes oscuras
que se concentran en huelga de sed.
Se dice en Santa Rosa, centinela
de mis sueños, cuando al fin me evado
de quimeras, de grandes soledades.
Esta noche un rasguño, claro imán,
ilumina el paseo polvoriento.
Seguro que en su torre lo divisa,
de otra dimensión, de otro matiz. Mar
próximo que distancia.
Qué dolor
tanto vacío humano por la arena.
Existen otros mares. Quizás duelan mejor.


Los cuatro pilares sobre los que se construye La cárcel del mar son el Amor, la Amistad, el Tiempo y la Belleza. Los mismos que sostienen la existencia de su autora.

La pasión del amor que la mantiene viva en su latir solitario; el cultivo de la amistad, que a veces la sorprende gratamente; la urgencia del tiempo, que nos conduce a lo largo de la vida, y el disfrute de la belleza, como fuente de armonía y paz, de euforia y deleite personales.

Todo poemario contiene una biografía, constituye un desafío entre la fantasía de su autor y la realidad que lo condiciona. Rosa María Nadal, a través de sus versos, nos abre el armario de su intimidad, nos enseña el álbum de sus sentimientos, el memorial de sus aciertos y sus desencantos. La historia de su dolorido sentir, de su apuesta por la vida, no obstante su fugacidad y sus azarosos avatares.

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