miércoles, 8 de junio de 2011

El viejo y el mar, de Ernest Hemingway

Titulo: El Viejo y El  Mar

Autor: Ernest Hemingway
Reseña escrita por Fernando Pineda

"El  Viejo y el Mar" fue una de las últimas obras de Hemingway publicadas en vida, después de dar a luz sus novelas más conocidas, como "Tener o no tener", "Adiós a las armas" o "Por quién doblan las campanas". Esa madurez con la que fue escrita se nota en la redacción y, por encima de todo, en la trama misma. Un viejo pescador cubano, Santiago, sale a la mar todos los días, aunque la mala suerte le persigue y no consigue regresar con una buena captura. Una mañana sale a navegar en su pequeña barca y, mientras espera con el cebo en el agua, un pez, aparentemente enorme, pica el anzuelo.

.A partir de ahí se entabla una durísima lucha entre el viejo pescador, que apenas puede contener al animal en su minúscula embarcación, y el pez. Tras un enorme esfuerzo, Santiago consigue capturarlo, pero en el regreso a casa los tiburones devoran a la presa del pescador.Y eso es todo. Una novelita de poco más de 120 páginas, que se lee en un santiamén. ¿Sus virtudes? Las mismas que en muchas de las obras de Hemingway. Fue uno de los pocos escritores que, con un estilo árido y descuidado supo plasmar la naturaleza humana en muchos de sus personajes. Para mi gusto, sus libros flaquean en cuanto a prosa, aunque la crítica mundial defienda a ultranza su "estilo sobrio"; quizá su formación periodística le dotó, por una parte, de una perspicacia y unas habilidades de observación y penetración poco comunes, pero, por otro lado, le restó "chispa" literaria. Sin embargo, en este libro eso se ve solventado por la fuerza que impregna la historia.

.Es impresionante el valor y la audacia del protagonista, ese viejo pescador, sin nada que ganar o perder, que arriesga su vida en pos de un pez, sólo por el placer de la lucha, del enfrentamiento (algo también muy presente en la obra de Hemingway). La descripción de los tres días que el marinero permanece en alta mar, perdido, peleando con el animal y desafiando las fuerzas de la naturaleza, es de una épica muy poco común. E igualmente importante es ese desenlace, esa derrota última que la propia naturaleza le inflinge, como si de un castigo divino se tratara.Para los que gusten de historias vigorosas, es un libro ideal, aunque esté escrita casi como un cuento infantil Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaña un joven muchacho llamado manolito, con quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero éste tuvo que dejarle por otros pescadores con más fortuna en sus pescas porque el viejo tenia muy mala suerte. Sin embargo, él le seguía ayudando. Un día el viejo salio a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. El muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte, si era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro.

.Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por conseguir sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho mas grande al costado del suyo". Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón.

.Se había librado del tiburón, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaña. Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie paraayudarle a recoger. Cuando terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él. Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un tiburón.



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