viernes, 17 de diciembre de 2010

La huída del cangrejo, de Angélica Morales

Título: La huída del cangrejo

Autor: Angélica Morales 
ISBN: 9788484653769
Lengua: CASTELLANO 
Encuadernación: Tapa blanda
Nº Edición:1 
Año de edición:2010
Plaza edición: ZARAGOZA 

Reseña de Dolan Mor 

Decía el crítico italiano Bruno Aníbal Berino que si una obra literaria se midiera por el don natural de su autor, muchos escritores que ahora se encuentran arriba, entre aplausos de grandes editoriales y premios, rodarían con sus obras hacia abajo, y por supuesto, muchos de los que se encuentran en los peldaños inferiores de la escalera literaria subirían y ocuparían lo sitios abandonados por los primeros.

Sin embargo, el lugar que cada uno ocupa como escritor dentro de esa escalera, dentro de la carrera artística en general, no es importante sino para uno mismo. Un verdadero autor no debe mirar nunca qué espacio le pertenece dentro del panorama literario y, mucho menos, deberá compararse con sus contemporáneos. El pulso de un auténtico orfebre de la palabra debe ser contra el tiempo que es, en definitiva, quien ubica al artista en el sitio que en realidad le corresponde.
Digo lo anterior porque quien se acerque a la narrativa de la joven escritora aragonesa, Angélica Morales, lo primero que notará, como simple lector, es su indiscutible talento de narradora, pero no una correspondencia con su reconocimiento público y crítico. Ni un trabajo consciente, descomunal, de su parte.
De la narrativa breve de Angélica Morales, en específico de su libro Amar en martes (Editorial Certeza, 2009) yo me quedaría con el relato “Rosas robadas”, una historia de cementerios y amores, de fantasías y realidades, que hacen que esa pieza narrativa sobresalga, con bastante diferencia, sobre las demás. También el relato “Aquella perra” garantiza el talento de esta narradora aragonesa y le asegura un sitio dentro de las voces actuales más destacadas en esa región.
Cartas heladas, un relato que se publicará próximamente en una revista francesa, revela con firmeza por dónde se mueve ahora mismo su escritura, que ha ganado, en los últimos meses, precisión y cierto riesgo formal.
Su primera novela, La huida del cangrejo, (la obra que hoy nos ocupa) es, de cierta manera, una continuidad de los hilos invisibles que mueven al personaje Claudia en “Rosas robadas”, pero aquí el personaje se llama Alejandra, de cierto modo un alter ego de la autora, aunque no en todos los aspectos de su personalidad ni en todos los sentidos a la hora de desarrollar la acción. Incluso vemos en la enfermedad de Alejandra destellos de familiares reales de Angélica.
Si algo se debe destacar de esta primera novela es la definición de los personajes, todos muy bien delimitados, enmarcados en su espacio de acción. El escenario, en este caso la ciudad de Zaragoza, da como resultado no sólo una novela de sentimientos, de voces femeninas en coro, sino, también, un reflejo social, de denuncia enmascarada hacia la sociedad de consumo.
La obra se mueve con los hilos bien atados pues no hallará el lector pinceladas sueltas dentro del cuadro narrativo, detalles sin amarrar. El lenguaje, sin embargo, es muy propio de Angélica y no siempre es culterano ni brilla bajo un traje el estilo de la autora, sino al contrario, en ocasiones raya lo vulgar, sobre todo cuando refleja determinados momentos que así lo exigen.
El título de la novela, La huida del cangrejo, parte de una imagen que marcó a la autora en la ciudad de Madrid, cuando observó, tras una vidriera, a un cangrejo que intentaba huir, pero aunque se esforzaba una y otra vez, sus límites y su destino no le permitían escapar de su signo mortal: el ser un simple cangrejo para alimentar a los hombres.
Asimismo la autora refleja en su novela el destino de Alejandra, una joven mujer víctima del cáncer, pero que se empeña en liberarse de su enfermedad y de su familia. Sin embargo, la novela también es el reflejo de otra novela, pues el círculo se cierra con la obra duplicada, escrita ya por otro autor.
Entre aciertos y desaciertos, uno descubre a una autora que, según los rastros de su obra, podría ser reconocida como una de las voces femeninas jóvenes más importantes de la narrativa actual en Aragón. Si por el don recibido fuera, su voz narrativa se oiría en marcos de un nivel más elevado, pero a veces un autor no es consciente de su responsabilidad, del precio que hay que pagar por el don otorgado y su trabajo, en ocasiones, no sostiene ese talento recibido.
Sin duda alguna Angélica Morales debe trabajar más tiempo para bien de la literatura aragonesa del futuro. Escribir con furia cada momento que así lo exija el oficio. Es la única garantía de que su obra se salve entre tantos libros que pululan dentro del panorama literario aragonés. Es la única certeza de que su don de narradora no quede desamparado ante el esfuerzo que otros, con menos don narrativo que ella, han sabido utilizar con habilidad para triunfar en la enmarañada y difícil carrera de la literatura.
Va y entonces, como dije al principio, se invierte la escalera y se cumple, para el bien de los lectores, lo que decía el crítico italiano Bruno Aníbal Berino sobre la justicia de los dones literarios.



2 comentarios:

  1. La verdad es que tiene muy buena pinta, a ver si lo leo.Un abrazo y gracias por la reseña¡

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  2. Una reseña muy bien ajustada a los parámetros de la crítica literaria, aunque con una cierta subjetividad. Aunque nadies es totalmente objetivo a la hora de verter una opinión.
    Me agradaría poder reseñarla en www.papel-literario.com
    Enhorabuena por vuestro trabajo.
    www.josegarciaperez.es
    elcopo@telefonica.net

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