sábado, 16 de enero de 2010

Los héroes malditos




Los Héroes Malditos I: EL DESPERTAR DE LAS ALMAS ERRANTES Muerte. Tan solo un punto y seguido en el camino. Quizás. La historia de los protagonistas de El Despertar de las Almas Errantes dista mucho de las idílicas epopeyas a las que la mayoría de obras literarias nos tiene acostumbrados, ya que los Héroes Malditos fueron malditos antes que héroes. Nuestros héroes combaten juntos y luchan por un loable objetivo común… que no es otro que ellos mismos. Un grupo de seres condenados a vivir capítulos de un libro al que le faltan hojas, sin más denominador común que el de una póstuma vida cargada de errores que les obliga a seguir el sendero de los malditos. Caballeros andantes de reluciente armadura, esbeltos elfos de inmaculada forma y fondo, magos sabios y benefactores. Olvidadlo. Son el negativo de la foto de nuestros protagonistas. Ningún juglar se atrevería a amenizar las veladas de sus señores relatando las hazañas de nuestros héroes. Las miradas incómodas de los nobles se cruzarían entre ellas y una discreta señal bastaría para que el juglar desapareciese de súbito. La historia de nuestros héroes se nos desvela poco a poco como lo hacen las grandes atrocidades que el mundo desea enterrar en el olvido: entre susurros, mirando a izquierda y derecha del callejón antes de comenzar el relato. Nunca fueron los dioses propensos a mancharse las manos de barro, salvo para crear las figuritas con las que más adelante compiten sobre el tablero bicolor del mundo. En este caso las figuras de su macabro juego resultan ser, irónicamente, sus creaciones más defectuosas e imperfectas. Razón de más para usarlas a su antojo y barrer las fichas del tablero de un manotazo sin remordimientos. El juego vuelve a empezar. Las almas de los Héroes Malditos vuelven a la vigilia para deshilachar la pesadilla que las encierra en su eterno castigo. Han recorrido el mismo sendero en multitud de ocasiones, sorteando los obstáculos del camino una y otra vez. Con la esperanza de alcanzar su redención marchan resignados bajo el mando de uno de los seres más poderosos de la creación. Marchan, marchan, marchan… Marchan encadenando una vida tras otra. ¿Hasta dónde puede caminar un alma errante? Autor de la reseña: Irene Hernánd

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