Autor: Carmen Ruiz Fleta
Edición: Olifante
Caract: Año 2011, 68 p, 14 x 20,5 cms.
ISBN: 978-84-92942-15-2
Reseña de Jose María Ariño Colás
"Todos parecemos más fuertes en las fotografías". Este es el subtítulo de Polaroid, último poemario de la poeta y periodista aragonesa Carmen Ruiz Fleta, publicado por Olifante. Es el cuarto libro de poemas de una escritora que cada vez nos sorprende más por la fuerza interior de sus versos, por la autenticidad de sus palabras y por una sinceridad a flor de piel. Desde su primera publicación Música para perros (2006) hasta esta última, pasando por Cinco días de agosto (2008) y Mapas y disfraces (2010), Carmen va diseñando un mapa poético cada vez más rico en matices, con más fuerza rítmica y con una visión del mundo y de la vida rabiosamente original.
Los 52 poemas que componen esta antología sugieren una variopinta gama de sensaciones que van del amor al desamor, de la apariencia a la realidad, de la desnudez interior a los oropeles del vestido y del maquillaje, de la luz a la oscuridad, del ser al estar, de la placidez al desasosiego, de la vida a la muerte. Ya el primer poema sirve de pórtico al resto de las composiciones: Escribiendo desnuda lo que callo vestida. / Así me vengo de las tardes de agosto. Esta propuesta poética se complementa con los versos que cierran el último poema: Y también sé / que no importan mis palabras / porque me vais a aplaudir igual. / Voy desnuda, pero todos alabáis mi vestido.
Y es que llega un momento en que las palabras no importan - Todas las palabras se equivocan -. A veces sólo subsiste el halo del recuerdo - Me recordaré torpe estrenando las calles - o la fragilidad de la memoria - Ahora que se escurre la memoria / no sé recogerla. Una fragilidad que se revela en un cuerpo voluble, heredado e inconsistente: Si tan hábil eres, / toma este cuerpo heredado / a ver si me encuentras en él. Poesía como búsqueda, poesía como ensoñación, poesía como un revelado interior en el que las fotografías son sólo una imagen aparente y efímera de algo que bulle en nuestro interior: Me canso de este contenedor de miedos / llamado cuerpo. Quiero ser un cuerpo amable / amablemente desnudo o desangrado. Por ello, la poeta dialoga consigo misma o con un tú amoroso y pasional para huir de esa cruda realidad cotidiana latente en los vericuetos de la ciudad: Este viento nocturno que silva arrullos / a los pies de las madrigueras urbanas / malolientes. Y reclama una metamorfosis - Todos necesitamos cambios - para buscar esa luz liberadora, para encaramarse a lo más alto, para huir de la monotonía gris de lo cotidiano: Empiezo a oler a agua estancada / a instante detenido demasiado tiempo.
La lectura y relectura de los poemas de Polaroid - metáfora de un momento salvado - me ha permitido a una poeta que camina hacia la madurez expresiva. Sus versos son un vaivén de sensaciones y vivencias que llegan en ocasiones a estremecer al lector y a contagiarnos de una serie de sentimientos paradójicos y contradictorios, como la vida misma.
Los 52 poemas que componen esta antología sugieren una variopinta gama de sensaciones que van del amor al desamor, de la apariencia a la realidad, de la desnudez interior a los oropeles del vestido y del maquillaje, de la luz a la oscuridad, del ser al estar, de la placidez al desasosiego, de la vida a la muerte. Ya el primer poema sirve de pórtico al resto de las composiciones: Escribiendo desnuda lo que callo vestida. / Así me vengo de las tardes de agosto. Esta propuesta poética se complementa con los versos que cierran el último poema: Y también sé / que no importan mis palabras / porque me vais a aplaudir igual. / Voy desnuda, pero todos alabáis mi vestido.
Y es que llega un momento en que las palabras no importan - Todas las palabras se equivocan -. A veces sólo subsiste el halo del recuerdo - Me recordaré torpe estrenando las calles - o la fragilidad de la memoria - Ahora que se escurre la memoria / no sé recogerla. Una fragilidad que se revela en un cuerpo voluble, heredado e inconsistente: Si tan hábil eres, / toma este cuerpo heredado / a ver si me encuentras en él. Poesía como búsqueda, poesía como ensoñación, poesía como un revelado interior en el que las fotografías son sólo una imagen aparente y efímera de algo que bulle en nuestro interior: Me canso de este contenedor de miedos / llamado cuerpo. Quiero ser un cuerpo amable / amablemente desnudo o desangrado. Por ello, la poeta dialoga consigo misma o con un tú amoroso y pasional para huir de esa cruda realidad cotidiana latente en los vericuetos de la ciudad: Este viento nocturno que silva arrullos / a los pies de las madrigueras urbanas / malolientes. Y reclama una metamorfosis - Todos necesitamos cambios - para buscar esa luz liberadora, para encaramarse a lo más alto, para huir de la monotonía gris de lo cotidiano: Empiezo a oler a agua estancada / a instante detenido demasiado tiempo.
La lectura y relectura de los poemas de Polaroid - metáfora de un momento salvado - me ha permitido a una poeta que camina hacia la madurez expresiva. Sus versos son un vaivén de sensaciones y vivencias que llegan en ocasiones a estremecer al lector y a contagiarnos de una serie de sentimientos paradójicos y contradictorios, como la vida misma.
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