Título: Baruca
Autor:Numa Frías Mileo
Editorial: FB Libreros
Año: 2010
Reseña de Kika Pérez de Borja
El fuego original... levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida.
Octavio Paz. La llama doble
Baruca es la nueva novela de Numa Frías Mileo, en ella el autor aborda desde una amplia perspectiva, varios temas entre los que resalta la muerte, la política, algunos aspectos de la historia de Venezuela, la tradición, el poder y el amor, entre otras lecturas que se desprenden de la trama que estructura la historia. El amor es una constante que se desplaza a través de toda la narración, y toma fuerza a medida que ésta se desarrolla. Lo amoroso se presenta como una búsqueda que parte desde el desgarramiento provocado por la pérdida, y desemboca en un encuentro azaroso que cambia la vida de algunos personajes envueltos en la magia paradisiaca de Baruca. El autor utiliza diversos recursos estilísticos que articulan el discurso narrativo con aspectos de lo carnavalesco, según la categoría propuesta por Bajtín. Uno de esos aspectos se presenta en la humilde condición social de la negra Justina, condición que contrasta abiertamente con la posición social de los antiguos propietarios de La Diamantina, lugar que la misteriosa mujer ocupa como dueña y señora, sin tener la menor idea del abolengo de aquellos señores dueños de esclavos.
Justina desconoce absolutamente la cultura oficial, ella vive envuelta por la magia y la atmósfera que se desprende de la hacienda, aislada en ese territorio, no desconoce la realidad que impregna al pueblo que la llama bruja y le teme por habitar en unas “tierras malditas”. El rico imaginario que nos presenta Numa Frías Mileo, muestra los eslabones del folclore, el color local y el lenguaje coloquial, alternando con elementos urbanos y estableciendo relaciones entre diferentes estratos sociales, como es el caso de Andrea y Esteban, quienes no pertenecen al pueblo. El lenguaje funge como vehículo para expresar acontecimientos del mundo sensible de personajes que un día confluyen en Baruca para reconciliarse con sus propias vidas.
Desde su título, esta novela nos anuncia un universo regido por el elemento femenino, a través de un discurso fracturado, asistimos a la puesta en escena de miedos, culpas, pérdida, pobreza, injusticia, sicariato, y sobre todo, de esperanza. La gran ilusión de encontrar certezas que propicien salidas a los diferentes conflictos que se presentan, se percibe en la narración dislocada de los personajes, quienes cuentan una historia que se quiebra y naufraga en el abismo del desencanto. Es evidente que cada intento fallido se convierte en el motor que impulsa a una nueva apuesta con el instante presente, y la habitante de Baruca es la única que tiene conciencia de ese poder renovador que se mueve en aquel pueblo olvidado. Bajo la magia y la fuerza de la negra Justina, algunos personajes comienzan a experimentar una metamorfosis íntima, silenciosa, mediante la irrupción de lo sagrado en la precariedad de sus existencias.
Cuatro mujeres se descubren en el idílico paisaje de Baruca, y desfilan por cada página, tejiendo el hilo conductor que orienta el imaginario recreado por Numa Frías Mileo. Andrea se refugia en esa tierra rodeada de playas, tratando de apaciguar el recuerdo de su novio, de la muerte prematura y terrible que la apartó para siempre de ese hombre al que tanto amó. La muerte conjura una suerte de instantes asordinados que se perciben en los diálogos de Andrea, en los recorridos que hace por el pueblo y en su lucha por olvidar. En su vagabundeo, el azar la arrastra hasta Justina, quien la introduce en un mundo prodigioso: “entra y busca a tu muerto”, son las palabras que la habitante de Baruca le dice a esa joven atormentada por la pérdida del amor. El encuentro de las dos mujeres está mediado por Esteban, un hombre errático, de pasado incierto que también busca amparo en esa región, huyendo de la temible imagen de la muerte. En Baruca, la joven pareja logra conectarse con la riqueza de sus mundos íntimos, y penetran en la inefable dimensión del amor verdadero.
Lorena, la hermosa mulata que ve naufragar su mundo en la miseria, se aferra al carácter voluptuoso de su cuerpo, quizá como salida de escape, pero es conducida por la fuerza de hechos espantosos hasta Baruca, una vez allí, participa del ritual de purificación oficiado por Justina, y encuentra en Nino el amor anhelado. Ellos, al igual que Andrea y Esteban, también huyen de recuerdos que los martirizan, culpándolos por el sólo hecho de conocer la monstruosidad de Fermín. Esa culpa solapada, los transformó en sus propios jueces, atosigándolos con reminiscencias pavorosas.
Cuando Psique no encuentra a Eros busca una llama y la rodea con sus alas trémulas, de esa forma se inmola una y otra vez. ¿Y todo enamorarse no será ya una suerte de inmolación? Micaela se inmola cada noche en camas ajenas, intenta ocultar su vergüenza y su desventura, pero Fulgencio conoce ese secreto y la lleva hasta Baruca, allí participan de la ceremonia ejecutada por Justina, comprenden que deben abandonar aquello que mancilla sus almas atormentadas para reencontrarse en el amor auténtico, porque el erotismo no se limita al juego de unos cuerpos, el alma también desea sentirse amada. Si esa instancia no participa, entonces no se opera el estado mágico de disolución momentánea del ser abismado y delirante, que dura unos momentos para luego desaparecer fragmentado por el aliento tibio que devuelve a los seres a su conciencia. Por eso Justina espera, sabe que Fulgencio y ella deben vencer sus demonios escondidos en el temor que albergan sus corazones. Justina busca su auténtico Eros, porque toda mujer contiene un infinito y espera que alguien le dé cuerda para girar eternamente. Ella intuye que sólo Fulgencio puede tocar ese resorte mágico, y devolverle la pasión sofocada durante años, finalmente llega el momento y él penetra en la parcela erotizante que Justina le ofrece.
A través del amor, el acto amoroso se transforma en un ritual a Eros, cada mujer se transfigura en Psique y se ofrece al dios en toda su permeabilidad natural, lo envuelve y se deja envolver en la potencia de sus alas para volar unos breves instantes. Este es el mensaje que subyace en una de las lecturas que ofrece Baruca, esta hermosa novela de Numa Frías Mileo, que también contiene un mensaje de optimismo escrito detrás de cada línea que nombra la existencia y el amor.
Octavio Paz. La llama doble
Baruca es la nueva novela de Numa Frías Mileo, en ella el autor aborda desde una amplia perspectiva, varios temas entre los que resalta la muerte, la política, algunos aspectos de la historia de Venezuela, la tradición, el poder y el amor, entre otras lecturas que se desprenden de la trama que estructura la historia. El amor es una constante que se desplaza a través de toda la narración, y toma fuerza a medida que ésta se desarrolla. Lo amoroso se presenta como una búsqueda que parte desde el desgarramiento provocado por la pérdida, y desemboca en un encuentro azaroso que cambia la vida de algunos personajes envueltos en la magia paradisiaca de Baruca. El autor utiliza diversos recursos estilísticos que articulan el discurso narrativo con aspectos de lo carnavalesco, según la categoría propuesta por Bajtín. Uno de esos aspectos se presenta en la humilde condición social de la negra Justina, condición que contrasta abiertamente con la posición social de los antiguos propietarios de La Diamantina, lugar que la misteriosa mujer ocupa como dueña y señora, sin tener la menor idea del abolengo de aquellos señores dueños de esclavos.
Justina desconoce absolutamente la cultura oficial, ella vive envuelta por la magia y la atmósfera que se desprende de la hacienda, aislada en ese territorio, no desconoce la realidad que impregna al pueblo que la llama bruja y le teme por habitar en unas “tierras malditas”. El rico imaginario que nos presenta Numa Frías Mileo, muestra los eslabones del folclore, el color local y el lenguaje coloquial, alternando con elementos urbanos y estableciendo relaciones entre diferentes estratos sociales, como es el caso de Andrea y Esteban, quienes no pertenecen al pueblo. El lenguaje funge como vehículo para expresar acontecimientos del mundo sensible de personajes que un día confluyen en Baruca para reconciliarse con sus propias vidas.
Desde su título, esta novela nos anuncia un universo regido por el elemento femenino, a través de un discurso fracturado, asistimos a la puesta en escena de miedos, culpas, pérdida, pobreza, injusticia, sicariato, y sobre todo, de esperanza. La gran ilusión de encontrar certezas que propicien salidas a los diferentes conflictos que se presentan, se percibe en la narración dislocada de los personajes, quienes cuentan una historia que se quiebra y naufraga en el abismo del desencanto. Es evidente que cada intento fallido se convierte en el motor que impulsa a una nueva apuesta con el instante presente, y la habitante de Baruca es la única que tiene conciencia de ese poder renovador que se mueve en aquel pueblo olvidado. Bajo la magia y la fuerza de la negra Justina, algunos personajes comienzan a experimentar una metamorfosis íntima, silenciosa, mediante la irrupción de lo sagrado en la precariedad de sus existencias.
Cuatro mujeres se descubren en el idílico paisaje de Baruca, y desfilan por cada página, tejiendo el hilo conductor que orienta el imaginario recreado por Numa Frías Mileo. Andrea se refugia en esa tierra rodeada de playas, tratando de apaciguar el recuerdo de su novio, de la muerte prematura y terrible que la apartó para siempre de ese hombre al que tanto amó. La muerte conjura una suerte de instantes asordinados que se perciben en los diálogos de Andrea, en los recorridos que hace por el pueblo y en su lucha por olvidar. En su vagabundeo, el azar la arrastra hasta Justina, quien la introduce en un mundo prodigioso: “entra y busca a tu muerto”, son las palabras que la habitante de Baruca le dice a esa joven atormentada por la pérdida del amor. El encuentro de las dos mujeres está mediado por Esteban, un hombre errático, de pasado incierto que también busca amparo en esa región, huyendo de la temible imagen de la muerte. En Baruca, la joven pareja logra conectarse con la riqueza de sus mundos íntimos, y penetran en la inefable dimensión del amor verdadero.
Lorena, la hermosa mulata que ve naufragar su mundo en la miseria, se aferra al carácter voluptuoso de su cuerpo, quizá como salida de escape, pero es conducida por la fuerza de hechos espantosos hasta Baruca, una vez allí, participa del ritual de purificación oficiado por Justina, y encuentra en Nino el amor anhelado. Ellos, al igual que Andrea y Esteban, también huyen de recuerdos que los martirizan, culpándolos por el sólo hecho de conocer la monstruosidad de Fermín. Esa culpa solapada, los transformó en sus propios jueces, atosigándolos con reminiscencias pavorosas.
Cuando Psique no encuentra a Eros busca una llama y la rodea con sus alas trémulas, de esa forma se inmola una y otra vez. ¿Y todo enamorarse no será ya una suerte de inmolación? Micaela se inmola cada noche en camas ajenas, intenta ocultar su vergüenza y su desventura, pero Fulgencio conoce ese secreto y la lleva hasta Baruca, allí participan de la ceremonia ejecutada por Justina, comprenden que deben abandonar aquello que mancilla sus almas atormentadas para reencontrarse en el amor auténtico, porque el erotismo no se limita al juego de unos cuerpos, el alma también desea sentirse amada. Si esa instancia no participa, entonces no se opera el estado mágico de disolución momentánea del ser abismado y delirante, que dura unos momentos para luego desaparecer fragmentado por el aliento tibio que devuelve a los seres a su conciencia. Por eso Justina espera, sabe que Fulgencio y ella deben vencer sus demonios escondidos en el temor que albergan sus corazones. Justina busca su auténtico Eros, porque toda mujer contiene un infinito y espera que alguien le dé cuerda para girar eternamente. Ella intuye que sólo Fulgencio puede tocar ese resorte mágico, y devolverle la pasión sofocada durante años, finalmente llega el momento y él penetra en la parcela erotizante que Justina le ofrece.
A través del amor, el acto amoroso se transforma en un ritual a Eros, cada mujer se transfigura en Psique y se ofrece al dios en toda su permeabilidad natural, lo envuelve y se deja envolver en la potencia de sus alas para volar unos breves instantes. Este es el mensaje que subyace en una de las lecturas que ofrece Baruca, esta hermosa novela de Numa Frías Mileo, que también contiene un mensaje de optimismo escrito detrás de cada línea que nombra la existencia y el amor.
Kika Pérez de Borja
Para Kika Pérez de Borja:
ResponderEliminarRecibe mi sentimiento de gratitud. Tus palabras sobre "Baruca" son todo un honor.
Fuerte abrazo y todo lo bueno.-
NUMA FRÍAS MILEO